Arqueología marítima: es el estudio arqueológico del ser humano y su interacción con el mar, pudiendo incluir sitios no sumergidos pero relativos a actividades marítimas, tales como faros, construcciones portuarias o estaciones balleneras.
Desde entonces, ha surgido como un campo especializado que se encarga de investigar, proteger y preservar el patrimonio cultural sumergido.
Las primeras referencias a su empleo se recogen vagamente en la obra del filósofo e historiador griego Aristóteles.
Robert Fludd (1817), entrega datos sobre un rudimentario tubo respiratorio cuyo extremo terminal flotante tiene forma de embudo.
Constituye, después del tubo respirador, la forma más básica de obtener aire en una inmersión.
Las campanas podían ser construidas en madera, en cuyo caso requerían de gran cantidad de lastre para que pudieran hundirse, o metálicas, lo que les permitía alcanzar fácilmente la profundidad deseada.
Por lo general eran transportadas por una embarcación desde la cual se arriaban o izaban a través de un conjunto de aparejos y poleas, lo que permitía posicionarlas en un punto determinado o efectuaban por arrastre las inspecciones del lecho, aunque algunos modelos presentaron ingenios para resolver el problema del desplazamiento horizontal bajo el agua (por ejemplo la campana de Santander).
Siglo XVII Con posterioridad a Halley, las campanas empleadas no supusieron más que una continuidad en construcción.
Siguiendo la definición dada por Rodríguez-ivars (1987) podemos considerar dentro de este amplio grupo los equipos no propulsados, estancos, capaces de alcanzar ciertas profundidades sin verse afectados por la presión exterior del agua y manteniendo la presión atmosférica en su interior.
Trajes articulados o rígidos, equipos capaces de albergar al operador manteniéndolo en su interior a presión atmosférica.
El equipo se operaba desde una embarcación en superficie pendiendo de un cabo o cadena que anclado en aquella, y su inventor afirma haber alcanzado con dificultad los 22m de profundidad empleando el equipo para rescatar naufragios en Plymouth, islas maderas, las indias y en el cabo de buena esperanza.
Al igual que en los casos anterior, se operaba suspendiendo desde una embarcación en superficie mediante cuerdas o cadenas.
Equipo de Philips (1856), equipo articulado de origen americano que supone un adelanto con respecto a los modelos predecesores: si bien todavía conserva una línea estructural cilíndrica, por primera vez se incorporan características para adaptarse a la configuración del cuerpo.
Incorpora una doble manguera para proveer de aire a presión atmosférica al ocupante.
Estaba compuesto de una parte rígida, el tronco, y la movilidad era posible gracias a que las extremidades eran flexibles.
Con posterioridad, este diseño fue mejorado en una segunda versión creada en 1930 a petición de unas empresas de salvamento marítimo y su funcionamiento fue tan bueno que paso a conocerse como JIM.
Con posterioridad a la II Guerra Mundial se recuperó para ser usado en plataformas petroleras.
Al igual que la cámara o torres de observación, solo puede emplearse para el reconocimiento del fondo.
El precedente se encuentra en el prototipo de Allen McCan (armada norteamericana) Se entiende por traje un protector corporal confeccionado en diferentes materiales empleado junto a un conjunto de accesorios para permanecer y moverse bajo el agua durante un tiempo determinado (condicionado por las propias características del traje y sus accesorios).
Los accesorios permitirían la visión bajo el agua y la obtención del aire necesario.
Dicho capuchón puede que esté inspirado en el modelo inventado con anterioridad por Vegetius (1511).
Durant afirmaba que con este ingenio se podía alcanzar las 12 brazas (20m o más).
Augustus Siebe (1819-1837); este inventor alemán emigrado a Inglaterra en 1816 fue contactado en 1830 por los hermanos John y Charles Dean para que perfeccionara el casco de buceo que primero habían concebido en 1823 para proteger à los bomberos de los humos de incendio y que ellos mismos utilizaban para el buceo desde 1825.
Siebe ideó pues en 1830 un primer traje de buceo con casco consistente en una escafandra unida a una chaquetilla de medio cuerpo (hasta la cintura), por donde salía libremente el aire respirado.
Para resolver el problema de la posición vertical y para que el buzo pudiera moverse sin correr ningún peligro, Siebe concibió en 1837 un modelo perfeccionado en el que un traje de lona cauchutada cubría completamente el cuerpo del buzo, lo que permitió que buzos de su compañía, la Siebe Gorman Ltd., pudieran rescatar los restos del HMS Royal George, buque de guerra hundido en 1782.
Además, al estar en contacto con aire y no con el agua del mar, el buzo estaba mucho mejor protegido del frío y de la pérdida de calorías.
El depósito disponía de una válvula o regulador que actuaba por demanda, entregando aire a la misma presión ambiental, según la profundidad.
Los problemas asociados a la carrera de Indias implicó que desde el siglo XVI se idearan fórmulas para solucionar el problema del rescate de barcos hundidos (partes estructurales y cargamento).
Se desarrollan e incorporan nuevas técnicas propias o procedentes de otras disciplinas, para la localización y el registro de sitios arqueológicos bajo el agua (fotografía, vídeo referenciado, fotogrametría, teledetección, etc.).
Al hoy ya clásico libro Underwater Archaeology que publicara George Bass en 1966, le han seguido otros compendios que han recogido y actualizado información histórica y nuevas técnicas sobre la base de un cada vez mayor número de sitios estudiados.