Segundo fue evolucionando la tipología, apareció una entrada en corredor llamada dromos, que gradualmente fue tomando importancia hasta ser tan amplia como la cámara.
se conserva una gran cantidad de grabados en peñas al aire libre, denominados petroglifos.
Los ajuares típicos consisten en cerámica lisa o con decoración impresa e instrumental lítico como microlitos, lamelas y hachas pulidas.
Durante la segunda fase o "fase de apogeo", desde comienzos del IV milenio, apareció el corredor de entrada, las cámaras se hicieron algo mayores y comenzaron a grabarse o pintarse las pizarras.
Se produce la propagación de este fenómeno por la mayor parte del territorio galaico.
Son sarcófagos de forma cuadrada o rectangular y con una única losa cómo cubierta que destacan menos en el paisaje.
Este período antecede a la aparición de la cultura del vaso campaniforme.
Las antas estaban parcial o totalmente cubiertas de tierra, formando una mámoa.
Las mámoas tienen planta circular u ovalada, se ven en el paisaje como montes de tierra suaves parecidos a mamas (de donde toman el nombre) y sonido, por lo general, visibles a larga distancia.
Estos túmulos se distribuyen uniformemente por todo el territorio y aparecen tanto a escasos metros de la costa como en las altas montañas orientales.
Son más frecuentes en la mitad occidental y especialmente en las cumbres de las sierras de superficies llanas (cómo en la Sierra del Barbanza) y en llanuras ubicadas a media altura, nunca en pendientes escarpadas.
Están construidos con piedras de grano tamaño (aunque, en pocas ocasiones, sea simplemente mampostería).
Los ajuares son poco abundantes hoy en día, en parte debido al expolio secular a que fueron sometidas las mámoas.
), la metalurgia comenzó a evidenciar cambios tanto en la forma como en la técnica con la aparición del bronce.
Los grabados existentes en Galicia conforman el llamado Grupo Galaico de Arte Rupestre.
Todas ellas se realizaron sobre granito (excepto en el Incio donde están grabadas sobre pizarra, y en Sarria y Samos sobre esquisto), aunque no se sabe si esta fue una elección intencional o si es que se trata simplemente del material más duradero, y por ese motivo llegaron hasta nuestros días.
Apareció así la Cultura castreña, caracterizada por los castros o citanias, poblados fortificados sin apenas urbanismo.
De la lenta fusión por aculturación entre los mundos castreño y provincial romano surge la cultura galaico-romana.