Tras la Segunda Guerra Mundial, la Kriegsmarine alemana había demostrado que los submarinos podían tener un efecto devastador sobre la armada de un país (tal como sucedió en la batalla del Atlántico).
Por lo tanto, el gobierno peruano autorizó la compra de dos submarinos a la misma compañía que construyó los R: el Lobo y el Tiburón.
Estos sistemas y equipos fueron el del control de tiro, incluyendo el TDC, solucionador de ángulos, el DRT, el DRA, sonares, periscopios, radares, cañón, torpedos, armas cortas, etc.
En los años 60 los submarinos de la Marina peruana cambiaron sus baterías en Key West, Florida, hecho que se repite posteriormente como recorrido integral en los astilleros fabricantes.
En 2004, el Abtao fue convertido en museo, el primero de su tipo en América del Sur, rindiendo un implícito homenaje a la saga submarinista que integró.