Es este Oratorio como una colmena, una pequeña ciudad infantil llena de vida y alegría.
Dicen que la recomendación más frecuente de Don Bosco a sus niños era: ‘Estad siempre alegres’, recomendación que continúan haciendo los hijos de su instituto y en efecto, en el Oratorio Salesiano no se ven caras mustias, tristes ni enfadosas; son plácidas como la aurora y parecen gozar de perpetua primavera”.
“En los talleres no hay lujo ni por sombra, pero sí mucho orden y diligencia.
Además hay allí litografía, calcografía, encuadernación, carpintería, taller de escultura, cerrajería, sastrería y zapatería.
El Obispo se refería a la expedición de misioneros destinados al Ecuador, guiados por Don Luis Calcagno.
Esta se dirigió al Padre Juan Cagliero, Procurador en aquel entonces de la Congregación Salesiana, con una recomendación que debía remitir a Don Rúa, preguntándole cuántos salesianos podría enviar a la provincia de Chiriquí.
La respuesta, igual que la del obispo, fue negativa, debido a la escasez de personal.
Lo recibió el Obispo Monseñor Javier Junguito S. J., quien era gran amigo de los salesianos.
Don Aimé visitó el local destinado a la Escuela oficial y lo encontró muy pequeño, pero enseguida fue dada la orden de ampliarlo, de tal manera que hubiera cupo para cien alumnos.
Al enviar el contrato a Turín, Don Aimé insistía en las conveniencias notadas subrayando los estragos causados por los protestantes en la pequeña y joven República.
Aunque el gobierno se comprometía a pagar los pasajes, había sin embargo una condición que les incomodaba: el personal no se podía traer de la vecina Colombia, sino que todos debían venir de Estados Unidos o Europa.
La prisa providencial de Monseñor Santiago Costamagna jugó en favor de la futura casa salesiana en Panamá pues debía agregarse a la Inspectoría del Divino Salvador y el Padre Inspector Don José Misieri, quien no habiendo recibido a tiempo la orden de los Superiores de contemporizar, cedió a las presiones del citado monseñor, que entonces residía en Santa Tecla, El Salvador, y no quería ulteriores tardanzas.
Los alumnos eran 22 internos, becados por el Estado y dirigidos por 6 maestros alemanes.
Los planos fueron confeccionados, valorándose la ejecución de los mismos en ochenta mil dólares, según datos del Padre Misieri.
con los cooperadores adquieren en Santa Rita unos terrenos para fundar un Oratorio Festivo, inaugurado el 23 de mayo de 1910 con la asistencia del Señor Presidente de la República, Don Ernesto T. Lefevre en presencia del Señor Obispo Guillermo Rojas y Arrieta, quien bendijo las instalaciones, a los niños y dirigió palabras muy elocuentes al público, alabando la fundación del Oratorio.