En la batalla, los espartanos derrotaron por un pequeño margen a los exiliados, habiendo bastantes bajas en ambos bandos.
Tras la segunda batalla los Treinta Tiranos fueron depuestos y reemplazados por un gobierno más moderado.
En este punto, la política interna espartana tuvo un papel vital en el futuro de Atenas.
En la persecución la caballería y la infantería de avanzada espartana entró en El Pireo, en dónde se encontraron con un gran cuerpo de infantería ligera y fueron rechazados con diversas pérdidas.
[3] Tras conseguir la victoria, Pausanias, en lugar de hacer valer su ventaja para continuar la guerra, buscó una salida diplomática mediando entre los dos bandos atenienses.