Batalla de Glenshiel

Los ingleses explicaron el hecho escudándose en la violación española del Tratado de Utrecht, a lo que España respondió declarando la guerra.

En aquel momento, Gran Bretaña se encontraba inmersa en una guerra civil debido a la pretensión al trono de Jacobo III Estuardo, descendiente del último rey católico del país, cuyo trono era ocupado desde 1714 por el protestante Jorge I de Hannover.

A este conflicto se añadían las constantes revueltas nacionalistas y confesionales en Escocia, cuyos protagonistas simpatizaban en ese momento con el bando jacobita.

Si España conseguía agitar aún más ese complicado escenario, Jorge I caería y Gran Bretaña tendría un aliado de España en el trono que bien podría permitir una mayor presencia hispana en los mares y tierras europeas, así como reconocer sus aspiraciones sobre las antiguas posesiones españolas en Italia.

El 13 de abril finalizaron los preparativos y desembarcaron en las Tierras Altas, cerca del lago Alsh.

Las dos fragatas que habían transportado al contingente regresaron a España, refugiándose en el puerto de Ribadeo (Lugo).

El primer choque fue relativamente adverso para Wightman, pero le sirvió para comprobar que los escoceses, a pesar de que componían más de dos tercios del ejército hispano-escocés, eran el enemigo más débil debido a su peor organización.

En ese momento, Rob Roy resultó gravemente herido y el clan McGregor abandonó la batalla para ponerle a salvo.

Poco después, varios clanes más siguieron sus pasos y dejaron prácticamente solos a sus aliados extranjeros, que se retiraron hacia lo alto de la colina.

Los 274 españoles capturados fueron conducidos a Edimburgo, donde se reunieron con los que habían sido presos en Eilean Donan.

Por su parte, George Keith escapó de la horca escabulléndose junto a los escoceses y se exilió en Prusia, donde le esperaba su hermano Francis, que escribió un relato sobre la batalla.