Gran parte del ejército que entró en Hispania e hizo desaparecer el reino visigodo de Toledo en 711 estaba formado casi exclusivamente por bereberes, especialmente del grupo al-Butr[1] (hawwaras, lawatas, madyunas, malzuzas, miknasas, nafusas, nefzawas, satgaras...) y tenía como uno de sus líderes claves al bereber Táriq ibn Ziyad.
Asimismo también llegaron bereberes del grupo al-Barani (kutamas, malilas, masmudas, sanhajas, zanatas...) más urbanizados que los primeros.
Así, se asentaron en la Meseta Norte, el Sistema Ibérico, la cordillera Penibética y Sierra Morena.
Al sur, el ejército de refuerzo enviado por el califato, con diez mil sirios, fue asentado sobre zonas bereberes en Niebla, Málaga, Jaén y otras localidades andaluzas debilitando la posición bereber en las cercanías de la capital cordobesa.
[10] Los grupos por origen étnico se convirtieron en facciones que complicarían el gobierno del independiente emirato de Córdoba en los siglos siguientes.
Algunos autores han citado la asabiyyah o cultura de clanes como una importante dinámica política y social en los siglos VIII-XI.
Protagonizaron rebeliones contra la autoridad central y muchas veces fueron autónomos o casi independientes en la práctica de Córdoba.
Otro gran periodo de presencia política fue el periodo del líder militar Almanzor bajo su sucesor Alhakén II,[3] donde el ejército y las fuerzas bereberes fueron uno de los factores desestabilizantes que terminaron desembocando una guerra y división civil.
En la Marca Inferior, la poderosa taifa de Badajoz fue fundada por un antiguo esclavo, pero bajo Abdal·lah ibn Al-Aftas ascendió al poder una dinastía bereber.
Más al sur, la mayoría de las pequeñas taifas andaluzas quedaron en manos bereberes.
En la práctica, la mayoría del territorio musulmán quedó en manos bereberes con excepción solo de los grupos árabes Banu Hud, que controlaban el valle del Ebro, los tuyibíes, que controlaban el Jalón y sucedieron a los primeros, y los amiríes en el Levante (Valencia, Murcia, Almería, Baleares).
Estos, ya fuertemente islamizados y con un gran contenido bereber mantuvieron durante los siglo XIII-XIV importantes relaciones con el Sultanato benimerín, sucesor de los almohades hasta el final del reino nazarí de Granada.
Así, eran probablemente originarios de los grupos más nómadas que habían llegado en las primeras oleadas tras la conquista musulmana en 711.
La revuelta de 741 supuso que su presencia en el valle del Duero fuera limitada (salvo excepciones locales) y la mayoría de ellos se terminaran asentando en los valles del Tajo y el Guadiana.
Donde sí constan vestigios más duraderos de población bereber es en el curso alto del Duero, que fue disputado hasta el siglo XII.
Calatañazor, Gormaz o Medinaceli (donde se asentaron masmudas bajo un líder de nombre Selim) fueron posiciones disputadas por las marcas musulmanas hasta su conquista final por Alfonso VI de León y Alfonso I el Batallador.
Este último núcleo parece haber mantenido vínculos con los grupos bereberes del oriente de la Marca Superior.
Así, había importantes asentamientos bereberes en las actuales provincias de Cuenca, Guadalajara y Toledo, que componían la Marca Media.
Otros núcleos bereberes se encontraban en zonas más al norte hasta las cuencas del Tajo y Mongego con Talavera, Coria (cuya zona fue epicentro de revueltas bereberes)[18] y Coímbra.
Se trataba principalmente de clanes zanata y masmuda,[22] con grupos minoritarios madyuna, miknasa, hawara, nafza (que daban nombre al castillo de Nepza en la Alta Extremadura)[23] y gumara.
Aunque los Banu Tuyib yemenitas dominaban los espacios urbanos (Daroca y Calatayud), había bereberes en las zonas más rurales que formaban un continuo hasta los bastiones del Alto Duero.
Se registra únicamente la presencia un clan en la Tarazona islámica (Banu Faray, que a veces ha sido mencionado también como posible etimología para Guadalajara o relacionada con Medinaceli) y una mención a un hisn barbar de localización incierta en la frontera entre Pamplona y Huesca.
[3] Los bereberes levantinos se extendían por comarcas de las actuales Murcia, Alicante, Valencia, Castellón, Cuenca y Teruel.
En la misma zona, las crónicas documentan un hisn poblado por bereberes llamado Warsa que tradicionalmente se ha identificado con Huesa del Común.
Más al sur, se encontraban presentes en Alpuente los Banu Dasim del grupo kutama.
Junto a Alpuente, se encuentra la localidad de Titaguas cuyo nombre significa fuentes en amazig y muestra la presencia bereber.
[3] Un poco más al sur, del Maestrazgo a la costa castellonense se documentan grupos zugawa (Azuébar) y sanhayas (en Soneja)[29] además de los ya mencionados zanatas en Adzaneta del Maestrazgo.
En la zona costera valenciana eran especialmente numerosos los bereberes de origen hawwara, a los que Ya'qubi hace numerosos en la ribera del río Júcar[30] y de donde provienen los topónimos Favara y Favareta.