Con Gabriel Celaya y Ángela Figuera Aymerich fueron llamados el "triunvirato vasco" de la poesía social.
Vistos los antecedentes familiares, fue reenganchado por el bando franquista y enviado al frente de Levante.
[5] Concluida la guerra civil española, entró a trabajar como abogado en una empresa metalúrgica vizcaína.
También hizo crítica musical y de pintura para el periódico Hierro.
Le sucedió Nuestralia, un núcleo más cerrado formado por Blas de Otero y otros cuatro amigos, donde comenzó a experimentar con recursos expresivos desconocidos.
Defraudado por el ambiente universitario de posguerra, regresó a Bilbao cuando su hermana mayor (que se había quedado a cargo de la familia) enfermó y no pudo seguir trabajando.
[3] En 1945 sufrió una crisis depresiva que lo llevó a recluirse en el sanatorio de Usúrbil.
En 1960 viajó a la URSS y China invitado por la Sociedad Internacional de Escritores.
Tras tres años de vivir en La Habana, en 1967 se divorció y regresó a Madrid.
Allí, recuperó su relación sentimental con la profesora y poetisa vizcaína Sabina de la Cruz (1929-2020).
La paradoja como figura retórica, como en toda la poesía mística, cobra una gran importancia: se recurre a ella para tratar de expresar lo inefable.
El amor divino es un sentimiento que da la vida, pero provoca dolor y sufrimiento.
La única manera que le queda es, pues, la fe: el abandono al sentimiento puro.
La poesía, igual que la fe, eleva al hombre desde sus imperfecciones y lo conduce hasta convertirlo en algo mejor: A través de la poesía, por tanto, se puede acceder a los umbrales de la plenitud.
Sin embargo, una vez más no aparece la vía unitiva: la única manera de alcanzar la unión con Dios es la muerte.
El existencialismo tiene su antecedente a finales del siglo XVII, con Blaise Pascal, aunque nace de manos del filósofo danés Sören Kierkegaard y se desarrolla principalmente en el período de entreguerras.
El hombre se caracteriza por tener finitud espacial y estar contenido en una contingencia temporal: es decir, tiene un cuerpo mortal (en esto es una crítica del «ser» concebido como eternidad).
Así pues, el hombre no sólo «existe», sino que además debe hacerlo.
Es por esto que se postula el individualismo moral: cada uno debe ser responsable de sus propias acciones y decidir su código ético.
Sin embargo, esta etapa tiene entidad propia y valor de por sí.
En esta poética, al igual que en la anterior, hay solo dos personas: yo (el poeta) y tú (Dios).
Cansado de gritar sin respuesta, el yo vuelve su mirada hacia su propio interior y lo encuentra destruido, roto, arruinado, como una ciudad arrasada por una guerra.
Tampoco en su propio interior está la respuesta que alivie el terrible sufrimiento de la voz del poeta.
Lo que debe hacerse es aceptar el propio destino, y así encontrar un nuevo absoluto de vida.
El amor carnal se muestra durante toda su obra poética, pero es sobre todo durante la época existencial en la cual sirve de puente que conecta el amor hacia lo Absoluto con el amor hacia lo mundano; es una de las herramientas líricas que llevan a la voz del poeta hasta la solidaridad con sus semejantes.
Ángel fieramente humano consta de 18 sonetos y 16 composiciones libres o semilibres; en general, los poemas que lo componen mantienen cierto clasicismo formal.
El poeta defiende la utopía humanista porque ya no tiene una fe religiosa: no hay un más allá perfecto al que aspirar, pero, aunque el hombre esté condenado a venir de la nada y caminar hacia ella, se debe luchar para conseguir que su vida sea digna y feliz.
El poeta se convierte en un profeta que señala los errores del presente para conseguir superarlos y acceder a un futuro mejor; Otero aún está obsesionado con los valores absolutos, pero ahora los busca en el presente histórico.
Otero maneja a la perfección todas las posibilidades expresivas, desde los recursos más tradicionales al experimentalismo lingüístico más complejo; utiliza el verso libre, el versículo y formas semilibres; aparecen en su obra versos académicos y vanguardistas; prosa y verso; algunos, largos poemas, frente a otros brevísimos, como el conocido dístico «Poética», el poema más breve en lengua castellana: A título general, podría decirse que hay una tendencia a modelos cada vez más libres según el orden de composición: Pido la paz y la palabra y En castellano son más tradicionales que Que trata de España.