Bonifacio Alfonso

Donostiarra de nacimiento, era uno de los maestros vascos actuales más reconocidos, si bien no encajaba en la tradición local debido a su estilo informalista, a medio camino entre el surrealismo y el expresionismo abstracto.

Dos años después se casa con una joven de origen francés, con la que tiene dos hijas (Ivonne y Cristina).

Gracias a su habilidad con el dibujo es contratado por varias empresas de artes gráficas.

En 1960-62 se suceden otras tres exposiciones individuales del artista: una en Buenos Aires y dos en San Sebastián.

En 1966 alcanza el éxito comercial en la galería Grises de Bilbao, al vender todos sus cuadros.

Sus obras de estos años tienen un trasfondo erótico y suplen la torpeza del colorido mediante un ágil dibujo sobre fondos blancos.

Al año siguiente, Bonifacio expone en Burgos y Zaragoza, pero sigue apurado económicamente.

Expone con ella, quien en 1972 le editará varias series de grabados sobre insectos que suman sesenta planchas.

La faceta de Bonifacio como grabador cobra auge en los siguientes años reconociendo como su maestro en este campo a Antonio Lorenzo.

Participa en la feria ARCO de 1991, rompe su relación sentimental y se vuelca aún más en su trabajo.

Al año siguiente realiza seis litografías para el portafolios La bella Otero de Gonzalo Torrente Ballester (ed.

En 2001 se le organiza la exposición Bonifacio en las colecciones conquenses, cuyo catálogo reúne textos de diversas épocas escritos por Juan Marsé, Antonio Saura, Cabrera Infante, Severo Sarduy...