[1] La muerte de Juan XXIII dejó al Concilio Vaticano II en una balanza, si se elegía a un papa anti-conciliar podrían verse severamente refrenados el papel y la influencia del concilio en la Iglesia.
El principal candidato pro-conciliar era Giovanni Montini,[2] mientras que su principal oponente era Giuseppe Siri, que en 1958 había sido considerado como el candidato apropiado para continuar la obra de Pío XII.
Al parecer, el difunto Juan XXIII había dejado entrever que pensaba en Montini como un buen sucesor de su obra.
El candidato favorito, Giovanni Battista Montini, fue elegido después de solo seis escrutinios.
[5] En un quiebro con los recientes nombres pontificios, Montini eligió llamarse Pablo.