Sin mandos a bordo, se forma un Comité de Control y Vigilancia (CCV), formado por un auxiliar, un cabo y un marinero, quienes no aceptan ningún mando que no sea de su total confianza.
En la cámara de mando se reunieron todos los oficiales, el contramaestre Jacinto Núñez y José Porto, presidente del Comité, para deliberar y trazar el rumbo más adecuado con arreglo a las corrientes marinas de aquella noche en la mar.
Sobre las dos de la mañana del día 26 el submarino varó en la costa africana frente a Tarifa.
El 31 de agosto a las 1:30 , un serviola avista al acorazado, se hace inmersión y empieza la aproximación.
Se comenzó de nuevo la aproximación esta vez acercándose más al "España" y se lanzaron dos torpedos más, virando el submarino a continuación para alejarse del blanco, pero al escucharse la explosión de los torpedos, la situación no correspondía con la del acorazado: habían colisionado con el cabo Mayor.
El fallo de los torpedos a tan corta distancia es algo que sólo el Capitán de Corbeta Lara podría explicar y que lógicamente despertó serias sospechas en el comité, dirigiéndose el submarino a Portugalete.
Una de las cargas estalló cerca del submarino, dejándolo sin propulsión y en oscuridad total, por lo que inició un descenso incontrolado.
Cuando el presidente dio la orden de hacer fuego, el comandante dijo que era imposible disparar porque se había interpuesto el crucero alemán Königsberg.
Este hecho se saldó con un Consejo de Guerra al centinela, el marinero especialista Cayuelas Robles.
Además del marinero Cayuelas, otros dos hombres salvaron la vida, gracias a encontrarse ingresados en el hospital: el cabo radio operador José Tafalla y el auxiliar de máquinas José Antonio Vilar.
Las conjeturas sobre la causa del naufragio fueron muchas, imperando la teoría del autohundimiento provocado por su comandante José María de Lara y Dorda, pero los que postulan la hipótesis contraria lo niegan aduciendo que lo había salvado tres meses antes y el comité lo tenía bajo vigilancia confinado en su camarote.