Según Augusto Martínez Olmedilla, en este coso se presentó el famoso Mazzantini y lució su primer traje de luces, el gran "Guerrita" (cuando aún se hacía llamar Llaverito).
Una de las más populares atracciones del parque durante su corta vida fue el elefante Pizarro -uno de los varios que con ese nombre aparecen en la historia popular madrileña- "que descorchaba botellas limpiamente y se bebía luego el contenido.
Esto le hizo aficionarse al alcohol, y un día, aprovechando el descuido del guardián, rompió las cadenas que lo amarraban a un poste, se fue a la bodega, bebióse todo el vino que pudo hallar y ya, dos veces ‘trompa’, entró en la tahona de San José, vecina a la antigua plaza de toros de la Puerta de Alcalá, y se comió la hornada entera".
[22][23] En 1867 se hizo cargo del complejo el empresario y músico Joaquín Gaztambide (que con anterioridad a esa fecha había arrendado la plaza de toros para organizar cuarenta "novilladas").
Gaztambide incluyó en la programación conciertos de la banda militar, ascensos en globo "Montgolfier" y fuegos artificiales nocturnos.
Contrató atracciones singulares como una compañía mímico-veneciana dirigida por los hermanos Lorenzo y Antonio Chiarini, especializados en la recreación de las máscaras de Arlechino y el otro Pierrot; o las evoluciones circenses de los hermanos Onofri en el interior del teatro, con "arriesgados ejercicios gimnásticos en el aire utilizando anillas suspendidas, escaleras y trapecios"; o del gimnasta Mr.
Ethardo que desafiaba todo equilibrio humano remontando una montaña espiral subido -de pie- en una gran esfera.
[2] No pudo faltar, en ese capítulo funambulesco el singular equilibrista monsieur Blondin, que ensayaba sus habilidades en los Campos Elíseos madrileños como entrenamiento para sus pequeñas gestas en la capital de España: cruzar sobre el alambre la antigua plaza de toros en plena corrida, y atravesar el Estanque Grande del Retiro llevando sobre los hombros "dos fornidos gañanes".