La raíz sirve de soporte del diente y está rematada por la corona dental.
Esta zona hueca contiene un espacio relativamente amplio en la parte coronal del diente llamado pulpa dentaria.
La pulpa recibe nutrición a través de los vasos sanguíneos, y los nervios sensoriales llevan las señales al cerebro.
Un diente puede ser aliviado del dolor si hay un daño irreversible en la pulpa, mediante un tratamiento de conductos.
La pulpa dental también nutre e hidrata la estructura del diente, haciendo que el diente sea más resistente, menos frágil y menos propenso a fracturarse al masticar alimentos duros.
Además, la pulpa dental proporciona una función sensorial de calor y frío.
Además, los conductos con una sección transversal "en forma de lágrima" son comunes cuando una sola raíz contiene dos conductos (como ocurre, por ejemplo, con la raíz mesial adicional que se observa en los molares inferiores), sutilezas que pueden ser más difíciles de apreciar en las radiografías clásicas.
Los molares superiores, en particular, están predispuestos a tener un canal accesorio oculto en casi la mitad de los pacientes.
Cada raíz tiene al menos un conducto radicular (canalis radicis dentis) anomalías de las raíces ocurren.
Algunas formas radiculares conllevan el riesgo de fractura radicular si es necesaria la extracción dentaria.
En consecuencia, el biofilm debe eliminarse con un desinfectante, comúnmente hipoclorito de sodio, durante el tratamiento del canal radicular.