El príncipe nunca renunció a sus derechos hereditarios, por lo que su única hija Carola era presentada también como princesa de Suecia.
Desde su adolescencia, Carola fue considerada como una de las más bellas princesas europeas.
Hablaba con fluidez alemán, francés e inglés, y un poco de sueco.
En un principio se consideró un posible matrimonio con el emperador francés Napoleón III, pero finalmente se decidió casarla con el príncipe heredero Alberto de Sajonia, quien con ese objetivo visitó Viena en enero de 1853, logrando así asegurar el compromiso.
El rey Alberto falleció en 1902, y Carola cinco años después, en 1907.