La ciudad de Oporto, construida en las colinas que dominan la desembocadura del río Duero, es un ejemplo de paisaje urbano con más de diez siglos de historia.
Su crecimiento continuo, ligado siempre al mar (de ahí proviene su nombre, fue su puerto el principal equipamiento que fomentó el desarrollo de la ciudad) puede ser visto en numerosos monumentos, de la Catedral con su coro románico, al neoclásico Palacio de la Bolsa o a la típicamente portuguesa iglesia de Santa Clara, en estilo manuelino.
El centro histórico de Oporto fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996.
[1] También se incluyen en esta denominación las murallas de la ciudad.
Los monumentos más destacados de esta zona son: