Leonilda González refiere que “la suerte nos acompañó una vez más, pues aquella idea algo romántica y al parecer muy remota concebida en París de alquilar un taller colectivamente, se dio mucho antes de lo soñado”.
Lo integraban, entre otros, Carlos Scliar, Glênio Bianchetti, Danúbio Gonçalves, Vasco Prado y Glauco Rodrigues.
El socio es entendido como colaborador y participante: un vehículo efectivo, igual que el artista, para un programa de alianzas culturales con las clases populares.
Participan artistas de la misma generación que los citados, como Anhelo Hernández Ríos, Glauco Capozzoli, Raúl Cattelani, César Prieto y Ruisdael Suárez.
En 1954 lo hará el chileno Julio Escaméz, y al año siguiente el artista argentino Abraham Vigo.
En 1958 interviene en la muestra “El Grabado” en la Sala de Exposiciones del Subte Municipal montevideano.
La Feria Nacional de Libros y Grabados contará con un stand del CGM desde sus primeras ediciones.
Los primeros estatutos del Club de Grabado son discutidos desde el año 1961, buscándose así una forma orgánica que tomaba como modelo los fundamentos ideológicos y organizativos del Teatro "El Galpón".
Se van sumando grabadores, casi uno por año hasta 1963: Antonio Lista, Carlos Fossatti, Lila González Lagrotta, Gloria Carrerou, y en 1964 Gladys Afamado, Rita Bialer, Miguel Bresciano y Juan Douat.
Con la presencia de Bresciano se inicia una nueva generación que crecerá en los años posteriores.
Así de socio-contribuyente se pudo pasar a ser socio-grabador, o las dos cosas al mismo tiempo.
[3] Esta preceptiva programática tendrá un desarrollo expansivo durante años, comenzando a experimentar algunas variantes importantes después de 1970.
En 1965 Luis Alberto Solari colabora con una xilografía, mientras que Adela Caballero, Octavio San Martín y Sergio Schmidt firman por primera vez un envío.
La prensa especializada que se ocupa de las actividades del CGM reclama una calidad más sostenida en las ediciones.
Entre 1968 y 1969 se produce un giro hacia el predominio de lo que podríamos llamar figuración lírica, que sin renunciar por completo a sus antecedentes, enfatiza una poética de la subjetividad con nuevos recursos experimentales.
Las ediciones mensuales habían comenzado a atender el clima conflictivo nacional y la situación internacional.
En 1972 Aron Vandel fue elegido Secretario General, cargo que ocupará hasta 1979, cuando será sustituido por Óscar Ferrando, ingresado en 1973.
Los sucesivos concursos sumarán nuevos apoyos, y las ediciones mensuales irán publicando obras premiadas.
Ese año, cuando Leonilda González y Rimer Cardillo se habían alejado del Club, la reestructura de la escuela confirma una tendencia que operará simultáneamente con la lógica purista del diseño gráfico por un lado, y con la lógica experimental de lo plástico-visual por el otro.
La apertura democrática propició una considerable afluencia de artistas y estudiantes al CGM, pero por otro lado dará lugar a un cambio radical en las coordenadas dentro de las cuales, desde 1974, se habían inscripto la actividad y los talleres.
En 1992 lo hará Óscar Ferrando, y en 1993 Héctor Contte abandona sus ya esporádicos aportes en las ediciones mensuales.
“A mediados de esa década, no quedarán así en la institución artistas ni docentes que hubieran tenido protagonismo relevante en los años 80.