Todos estos factores contribuyen al desarrollo del comportamiento social de una persona.
En las décadas de 1950 y 1960, las investigaciones establecieron que la competencia social de los niños estaba relacionada con la salud mental futura (como los resultados desadaptativos en la edad adulta), así como con problemas en los entornos educativos.
Las investigaciones durante este período frecuentemente se centraron en niños que no mostraban habilidades sociales, en un esfuerzo por identificar y ayudar a estos niños potencialmente en riesgo de sufrir resultados negativos a largo plazo.
[10]Los comentaristas de algunas comunidades incel (hombres involuntariamente célibes) en línea han abogado por programas públicos en los que se ayude a los hombres socialmente torpes o se incentive a las mujeres para tener citas con ellos.
[15] Este modelo se centra en los procesos cognitivos subyacentes a la selección, ejecución y evaluación de respuestas.
[16] Esos objetivos se conciben como diferentes estatus que deben alcanzar los miembros de una sociedad (por ejemplo, estatus sanitario, legal, académico u ocupacional, socioeconómico, social, emocional, familiar y relacional).
[19] El temperamento es un constructo que describe la respuesta biológica de una persona al medio ambiente.
El modelo más influyente del temperamento se considera el de Mary Rothbart, debido a los 2 enfoques principales en la regulación y la reactividad.
Las relaciones entre padres e hijos son fundamentales para el desarrollo posterior de habilidades y comportamientos sociales.
El apego es un vínculo afectivo que da seguridad al bebé para explorar más allá de quien lo cuida.
[1] Los padres son la fuente principal del desarrollo social y emocional en toda la infancia.
[23]La receptividad parental (calidez o apoyo) se refiere al «grado en el que los padres fomentan intencionadamente la individualidad, la autorregulación y la autoafirmación al estar en sintonía con las necesidades de sus hijos, brindarles apoyo y ser complacientes».
[24] La exigencia parental (control del comportamiento) se refiere a «las demandas que los padres hacen a los niños para que se integren en la familia, mediante sus peticiones de madurez [ya eres mayor para ir en brazos], supervisión [quédate donde yo te vea], esfuerzos disciplinarios y voluntad de enfrentar al niño que desobedece».
[24] La categorización de los padres según sean altos o bajos en receptividad y exigencia arroja 4 estilos de crianza: indulgente / permisivo, autoritario, con autoridad e indiferente / no involucrado.
[24] Las investigaciones basadas en entrevistas a padres, informes sobre hijos y observaciones de los progenitores concluyen sistemáticamente que: Otros factores que influyen en la competencia social son las relaciones con los profesores, los grupos de compañeros, el vecindario y la comunidad.
[31] Las intervenciones en la primera infancia dirigidas a las habilidades sociales mejoran directamente las relaciones de los niños con sus pares.
Las intervenciones no solo mejoran la competencia social de los niños y las interacciones con sus compañeros a corto plazo, sino que también reducen los riesgos a largo plazo, como el abuso de sustancias o el comportamiento delictivo.
Los programas más eficaces brindan a los niños la oportunidad de practicar las nuevas habilidades que aprenden.
[32]Para paliar estos déficits, se impartieron clases de teatro a niños con dificultades en el aprendizaje, trastorno por déficit de atención con hiperactividad[32] o trastornos del espectro autista.
[33] Al concluir el estudio, la evidencia muestra que los niños participantes comenzaron a desarrollar sus habilidades metacognitivas, como sentimientos y comportamientos.