Constituciones de Anderson

[cita requerida] Se unieron, pues, y formaron una Gran Logia, cuyo primer Gran Maestro fue Anthony Sayer, que en su único año de Veneratura solamente logró integrar otras dos logias al incipiente cuerpo.

[cita requerida] Cabe pensar que en la elección de James Anderson no influyeron solamente sus virtudes intelectuales y su título de doctor en filosofía, sino también su calidad como predicador presbiteriano que le permitía un diálogo adecuado con los masones católicos irlandeses, los anglicanos ingleses y los presbiterianos escoceses, temerosos de las reformas que se proponían.

El informe de la comisión lo aprobaron, por unanimidad, las 24 logias presentes en esa asamblea.

Se divide en seis puntos: En principio compilados por George Payne, estos reglamentos generales organizan en 39 artículos la primera obediencia masónica, presidida por un gran maestro y un colega de los oficiales.

Cada útil o herramienta de los picapedreros recibirá un sentido simbólico: la escuadra, para regular las acciones; el compás, para mantenerse en los límites con todos los hombres, especialmente con los hermanos masones.

Por esta razón, no deben llevarse a estas reuniones odios privados, ni motivo alguno de discordia y, sobre todo, deben evitarse en absoluto las discusiones sobre religión y política, sobre nacionalidad, puesto que los masones, como antes hemos dicho, no profesan otra religión que la universal, y que pertenecen a todos los pueblos, a todas las lenguas, ...

Este apartado ha dado lugar a un cierto malentendido, ya que de la recomendación de Anderson que se refiere al momento "cuando la Logia esté cerrada, pero estando aún reunidos los hermanos", algunos masones han hecho una interpretación extensiva al momento en que la Logia está organizada, prohibiendo en ella la discusión sobre determinados temas.

No se debe instruir comisión particular alguna, ni entablar negociación sin haber obtenido la autorización del maestro; no debe tratarse ninguna cuestión inoportuna o inconveniente; ni interrumpir la palabra del maestro o de los inspectores o de cualquier hermano que sostenga diálogo con el maestro.

Tampoco deben emplearse frases jocosas mientras la Logia se ocupe de asuntos serios, ni usar en caso alguno lenguaje poco honesto, y en todas las ocasiones debe darse al maestro, a los inspectores y compañeros el término del respeto que merecen, y que todos les deben.

En tales casos debe cuidarse de que no interrumpan por estas causas los trabajos del propietario, y si llegase a ocurrir una suspensión forzosa, debe tomarse una decisión con arreglo a las circunstancias.

También deben abstenerse de decir y hacer cosa alguna que pudiere herir o romper la buena armonía que entre todos debe reinar siempre; por esta razón, no deben llevarse a estas reuniones odios privados ni motivo alguno de discordia y, sobre todo, deben evitarse en absoluto las discusiones sobre religión y política, sobre nacionalidad, puesto que los masones, como antes hemos dicho, no profesan otra religión que la universal, y que pertenecen a todos los pueblos, a todas las lenguas, y son enemigos de toda empresa contra el gobierno constituido; la falta de observancia de estos preceptos ha sido y será siempre funesta para la prosperidad de las Logias.

Toda querella, toda discordia, todo propósito calumnioso, toda maledicencia; no permitáis que en vuestra presencia se ataque la reputación de un hermano respetable, en tal caso defenderlo para prestarle este servicio en tanto que lo permitan vuestro honor y vuestros intereses; y si algún hermano os perjudica de cualquier modo, debéis llevar vuestra queja a vuestra logia o a la de dicho hermano, apelando si es preciso a la Gran Logia en la asamblea trimestral, y en último término a la asamblea anual, según la buena y antigua costumbre observada por nuestros antepasados en todos los países.

Constituciones de Anderson, 1723.