Esta alianza profundizó la división existente entre la elite tradicional o “patricios” como se autodenominaban y los recién llegados a quienes aquellos calificaron de “pelucones”.
Adquirió así mayor relevancia y los contactos con diversas Intendencias permitió que las redes de la élite cordobesa se extendieran a otros espacios geográficos.
Sin embargo, siguiendo una política ambivalente, ratificó a Dalmasio Allende como regidor propietario por herencia de su padre José Antonio.
La agenda del cabildo cordobés volvió a los temas de desagües, carreteras, luminarias y abastecimiento.
Para aliviar estas tensiones, Liniers propuso trasladarse a Mendoza y permanecer allí hasta tanto el gobierno central decidiera sobre su destino.
La Audiencia y Cisneros autorizaron su traslado “directo” pero Liniers se detuvo en Córdoba, decisión que a posteriori comunicó confidencialmente al virrey.
Su apoderado y amigo, Francisco Antonio de Letamendi, garantizó y justificó la operación ante la administración del gobierno cordobés diciendo que en las difíciles circunstancias económicas producidas por la presencia creciente del comercio británico era importante poner en producción terrenos para producir alimentos.
Según el Deán Funes, en esa reunión, nada se definió y todos quedaron a la espera de la llegada del correo oficial.
Todas fueron escritas, como fecha más cercana, a fines de mayo cuando en Córdoba todavía se desconocía lo sucedido en Buenos Aires por lo que los remitentes ya presumían cual sería la posición política del gobierno cordobés y la del ex virrey frente al movimiento juntista de Buenos Aires.
[23] Esta posición fue similar a la que el Deán Funes, según su relato, había postulado en la reunión privada del 4 de junio.
Esto se llevó a cabo esa misma noche, en secreto, con orden de no tocar ningún puerto hasta las islas Canarias.
El 27 de junio la Junta Provisional emitió una circular a los cabildos y gobernadores del interior:
Eran en su totalidad criollos o españoles americanos, que en forma de red, manejaban lo social, lo político y lo económico.
A esto se sumaba la competencia ruinosa del vino importado que ingresaba de contrabando en Buenos Aires.
En la reunión del cabildo del día siguiente, tanto sus miembros como los funcionarios reales que asistieron a la misma consideraron prudente acordar un compás de espera hasta tanto se aclarara la confusa situación y fijaron, para el día 19, la reunión de un cabildo abierto extraordinario.
Aunque el acta no abunda en detalles se pueden detectar los intereses que estaban en juego.
Ansay y sus colegas no tuvieron otra opción que seguir la postura del gobernador de Córdoba.
Ante el pedido de tropas hecho por la Junta, San Luis contribuyó con cuatrocientos soldados que marcharon a Salta.
Ese día se resolvió enviar un comisionado a Mendoza para indagar su estado y ver si conformaba con su sentir.
El 6 de noviembre la Junta dispuso que esos 100 hombres se dirigieran a Buenos Aires.
[46] Luis Liniers pudo tirar al río los papeles que llevaba y estuvo preso en Buenos Aires hasta el 7 de octubre de 1810, fecha en la que Francisco Antonio Letamendi, por intermedio del deán Funes, entonces diputado por Córdoba, logró su libertad bajo fianza.
A comienzos del año 1810, Abascal se encontró en condiciones inmejorables para expandirse hacia el Alto Perú.
Hasta esa fecha creía poco probable que saliera de Buenos Aires la fuerza expedicionaria.
En la misma también se detalló los miembros que integrarían el estado mayor, capellanes, cirujanos y la artillería.
En la misma fecha la Junta comisionó al coronel Diego Pueyrredón para que los capturara y enviara a Buenos Aires.
Urien, además, se apoderó del equipaje y joyas de Liniers, siendo posteriormente procesado por todos estos delitos.
[60] Sin embargo, veinte días después la Junta en pleno decidió el fusilamiento de los cabecillas cordobeses.
Vieytes respondió que no se preocupara porque iban a ser ejecutados de manera inmediata.
Ese mismo día, afectado por la noticia, Moreno escribió a Chiclana, gobernador interino de Salta:
[72] Pueyrredón logró desmantelar así el remanente visible de ese sector opositor al movimiento juntista porteño.