Sin embargo, ya desde el vestíbulo se observan dependencias comunes y clásicas en la configuración tipológica de estos edificios.
Normalmente, los conventos suelen extenderse sobre amplias parcelas en las que la tipología conventual se desarrolla con libertad.
En el lado derecho del patio a través de unos pequeños escalones se baja a lo que en un principio fue iglesia del convento, y hoy ha sido convertido en obrador donde modernas maquinarias facilitan la confección de las obleas.
Desde esta habitación y a través de otras dependencias en las que guardan alguna maquinaria se llega al coro bajo, no sin antes pasar por el jardín.
Las materias primas necesarias para comenzar, como el azúcar, huevos, harina etc., fueron suministradas por Joaquín Ballester.
Sin embargo estas delicias, hoy día, solo las realizan las hermanas de vez en cuando y por encargo especial.
El locutorio es pequeño y sencillo en su decoración, destacando un lienzo pintado en 1923 por Federico Godoy que representa a Santa Teresa del Niño Jesús.
Para ello, sus hermanas del convento de Lisieux les enviaron una imagen de Sor Teresa del Niño Jesús a la que se le impidió pasar la frontera francesa y entrar en territorio español.
Posteriormente llegaría la imagen, que se encuentra hoy día en el convento, siendo muy venerada por las hermanas.
Esta luz junto con las diferentes flores y macetas que adornan este pequeño espacio claustral logran una atmósfera especial.
Por su parte, el coro, de planta rectangular, desemboca en la reja que da a la iglesia.