La altura h de un astro se ha de medir respecto al horizonte astronómico del observador, pero éste la toma desde su horizonte aparente, en el punto O, y lo que realmente obtiene es la altura aparente del astro.
Surge el fenómeno de la paralaje (Figura 3) Desde O el astro B se ve en N, mientras que desde C se vería en T, más alto que N. La estrella cambia de posición según la dirección del observador.
En la figura 3, y para B: Cuando el astro se encuentra en el horizonte aparente del observador, resulta la paralaje horizontal.
Tal es el caso del objeto A cuya paralaje horizontal es el ángulo LAM = CAO.
La paralaje diurna disminuye con la elevación sobre el horizonte, y con la distancia del objeto observado: Las distancias en el espacio son inmensamente grandes, y por eso las paralajes diurnas son despreciables en la mayoría de los casos.
Si un astro (por ejemplo la Luna) tiene un ángulo horario geocéntrico (contado desde el centro de la Tierra) H y una Ascensión recta A entonces teniendo presente el Paralaje diurno su ángulo horario H’ y su ascensión recta A’ aparentes cumplirán: donde D es la Declinación del astro, r la distancia del astro al centro de la Tierra medido en radios ecuatoriales de la Tierra (1 radio ecuatorial =6378,16 km.)