Este funcionario tenían facultades políticas (conservaban el orden y la buena marcha del corregimiento), administrativas (cobraban el tributo de los habitantes que vivían en la jurisdicción) y judiciales (hacían cumplir las leyes y resolvían los pleitos surgidos en su territorio).
El corregidor tenía jurisdicción sobre todos los habitantes del corregimiento, sean indígenas o españoles y entre sus múltiples obligaciones se encontraba el recorrido por las provincias de su corregimiento, la conservación y reparación de caminos y tambos, etc.
En la realidad los corregidores adoptaron una conducta muy diferente a la de corregir muchos abusos, llegando a ser, por el contrario, los funcionarios más crueles y explotadores del habitante andino, sobrepasando a los encomenderos (cobranzas de tributos excesivos, trabajo forzado en las mitas, paga de reducidísimo salario, etc.).
Tras la conquista española del Imperio inca, al fundarse ciudad de La Plata -hoy llamada Sucre en Bolivia- en 1540 Francisco Pizarro otorgó en encomienda a los casabindos a Martín Monje por el término de dos vidas.
Sin embargo de ello, los encomenderos no pudieron sacar provecho ya que estos pueblos se mantuvieron en estado de rebeldía contra los españoles.
En 1557 el curaca de Casabindo aceptó el bautismo y entró temporalmente en paz, pero luego la guerra continuó desde 1562 hasta su definitivo sometimiento en 1588 cuando aceptaron al encomendero Lorenzo de Aldana.