Críticas liberales al marxismo

El marxismo plantea, en cambio, que el proletariado es la primera clase inferior sin economía propia cuyo dominio exigiría un sistema socialista de planificación estatal, y a su vez que es la primera clase explotada por vía económica, destinada por la ineficiencia económica del mercado burgués a la pauperización, y por sus características a ser la futura clase dominante no-explotadora, y por tanto capaz, en términos de la dialéctica hegeliana, de volverse universal, pública, y así poder absorber en sí misma las funciones colectivas del Estado al abolirse a sí misma en un período final comunista, ejerciendo sobre los individuos un poder total y consciente sin desmedro de sí misma.

Para los autores liberales el marxismo como teoría ha fallado en forma intrínseca y no solo por contrastación empírica, sin embargo se ha realizado eficazmente como praxis, particularmente en los casos históricos más totalitarios y más centrados en el culto a la personalidad, como admiten muchos autores no totalmente afines al pensamiento liberal.

[8]​ Si una clase necesita una elite para organizarse e incluso hasta para ser educada y volverse revolucionaria, y luego termina oprimida por su propia organización, esto significa que una solución democrática al colectivismo es un oxímoron ya que su carácter oligárquico sería consecuencia inseparable del intento de generar una dictadura política proletaria con una jefatura que debe controlar a su propia clase: Los liberales llaman la atención de que, incluso aceptando la noción de una estructura colectiva de pensamiento, la emergencia de la misma solo puede ser endógena a los individuos, si es que no va a ser coercitiva y reinsertada artificialmente por vías autocráticas: La "voluntad general" rousseauniana, aunque totalitaria, todavía emerge espontáneamente a través de los individuos, ciudadanos altruistas y colectivistas[11]​ que pueden conocer, mediante una contradictoria infalibilidad mayoritaria, cual es el "interés general" legislativo.

Esto fue, en parte, una reacción a la Methodenstreit (controversia sobre la cuestión del método), cuando atacaron las doctrinas hegelianas de la escuela histórica.

El heredero y sistematizador del marginalismo mengeriano fue Eugen von Böhm-Bawerk, quien continuó el debate confrontando directamente la teoría de la explotación.

[27]​ Blyumin sugiere que "el institucionalismo [tradición establecida por Alfred Marshall] ofrece una alternativa teórica al marginalismo".

[28]​ Sin embargo algunos autores marxistas, como Oskar Lange, Włodzimierz Brus, y Michael Kalecki asimilarían el marginalismo (e incluso a la Escuela neoclásica de economía) al marxismo en una síntesis superadora.

En otra contrapropuesta, algunos de los más importantes economistas marxistas y/o sraffianos, tales como Paul Sweezy, Nobuo Okishio, Ian Steedman, John Roemer, Gary Mongiovi y David Laibman, propusieron sus propias versiones correctas de lo que debería ser la economía marxista abandonando como inadecuado el intento de Marx en El capital para el mismo fin, confrontándose así con los marxistas que defienden a aquel.

Estos últimos, en respuesta a dicha revisión, se apoyan en una segunda teoría desarrollada a fines del siglo XX para interpretar -según ellos en forma más adecuada- las últimas obras de Marx y solucionar, entre otros, el llamado "problema de la transformación".

[33]​ Existen esencialmente tres diferentes vertientes de la crítica al socialismo con base en el llamado problema del cálculo económico: la miseana, la weberiana y la brustkusiana, que han seguido diferentes líneas argumentativas y cuyas evoluciones respectivas han correspondido en sus orígenes a autores mutuamente contemporáneos que llegaron a la misma conclusión en forma independiente respecto al que se daría en llamar el problema del cálculo económico en el socialismo.

En la tesis hayekiana, el mercado no solo es un coordinador natural que descubre y utiliza la información necesaria para la economía, sino que además es la condición necesaria para la creación misma de la información económica en función de su coordinación.

La comprensión de este fenómeno generativo sería perfeccionado por la tesis de Israel Kirzner sobre la función empresaria como descubrimiento creativo de oportunidades en Competencia y empresarialidad y Discovery and the Capitalist Process, luego relacionada con el problema del cálculo económico en el socialismo en Competition, Economic Planning, and the Knowledge Problem.

La importancia socioeconómica dada al rol empresarial era una cuestión que ya había sido contemplada por ciertos promotores y detractores del capitalismo (el caso de Joseph Schumpeter y Paul Sweezy respectivamente), pero en la tesis hayekiana de Kirzner el orden causal es inverso al de la "destrucción creativa", ya que la actividad empresarial corrige un mal aprovechamiento de los recursos y por tanto es el que tiende a un equilibrio que genera otros nuevas potencialidades y solo en tal instancia revela los nuevos desequilibrios posibles: Diversos autores marxistas han ofrecido en los años posteriores respuestas a los argumentos capitalistas de libre mercado.

[52]​ Antes de Lenin, la dictadura del proletariado se encontraba acotada al período de transición desde el capitalismo a la primera fase del socialismo-comunismo, ya que debía durar sólo el tiempo en que no hubiera sido aún totalmente abolido el capitalismo y con este a las clases burguesas.

Lenin modificó esta situación extendiendo la dictadura del proletariado y la planificación estatal a la primera fase del comunismo (ahora considerada un modo de producción distinto: el socialista), pero mantuvo que tanto el socialismo como el comunismo poseían una misma estructura económica basada en la planificación directa de la economía y la abolición del dinero (sea bajo dirección del Estado en la primera fase o por una colectividad de trabajadores en la fase superior).

Establecían sus propios objetivos del plan disfrazando su capacidad productiva y exagerando sus necesidades de recursos.

Para los críticos dicho modelo retrocedía un paso más respecto al ideal original de socialismo.

Weber se centró en lo que consideró la futilidad del intento socialista de coordinar con un sistema de comando burocrático una producción no organizada en forma colectiva (esto es, una única unidad de producción que considere globalmente al consumo general en forma unificada), sin haber previamente generado esa producción colectiva coordinada como una única factoría nacional junto con la masa de consumidores, o bien sin haber corroborado que pueda ser realizada a posteriori.

[74]​ La crítica weberiana al socialismo colectivista no ha sido solamente de naturaleza sociológica y política: su estudio del problema del cálculo económico ha sido tomado en cuenta por las otras dos corrientes principales mencionadas y eventualmente incorporadas a las mismas.

[75]​ La especificidad de su obra ha sido varias veces analizada por Stephen D. Parsons, en especial en su libro Money, Time, and Rationality in Max Weber y en su ensayo "Max Weber, Socialism, and the Space for Time".

habían creado un en torno a la vez privado y burgués pero completamente inadecuado para la creación de capitalistas que dependieran del trabajo asalariado.

"Es muy característico, –escribe Marx - que el gobierno británico en los últimos años llevara a cabo este método de ‘acumulación primitiva’, recomendado por el señor Wakefield específicamente para su uso en las colonias.

La producción capitalista se desarrolló en Estados Unidos a pasos agigantados, mientras que aquí en Australia sólo perduró el estancamiento, el desempleo y una prostitución creciente".

Según el historiador francés Jean-François Bergier, sus hallazgos refutan la teoría marxista de la acumulación primitiva.

Todas sus colonias se limitaron esencialmente a unas pocas áreas de América Central y América del Norte, en las que no prevaleció el "robo colonial" sino el desarrollo de los colonos territoriales.

En comparación con los portugueses, los holandeses y los franceses la presión fiscal era relativamente pequeña así como su participación en el comercio mundial de esclavos.

Otro elemento nuevo que surgió en este período, fue la lucha contra los monopolios y garantizar una genuina libertad de empresa.

La microeconomía por ellos creada es, en síntesis con la macroeconomía fundada por Frisch y Keynes, el paradigma dominante en términos de Kuhn: la llamada economía matemática.

Si bien cabe mencionar que Keynes jamás mostró demasiado interés por los clásicos, a los que a veces citaba incorrectamente como fue el caso con Jean-Baptiste Say, este desdén sería común a todo el espectro del paradigma matemático, y paradójicamente se revertiría a fines del siglo XX con el trato atento que sus miembros más liberales darían al marxismo: es el caso de economistas como Thomas Sowell y filósofos como Robert Nozick.

[104]​ Otro ejemplo importante de la influencia liberal en el debate es el del institucionalista Douglass North cuyo estudio clásico El nacimiento del mundo occidental: una nueva historia económica ha sido tenido muy en cuenta entre los historiadores marxistas: Al trabajo de North debe agregarse el del economista Oliver E. Williamson en sus múltiples trabajos sobre la estructura de las instituciones en los mercados capitalistas.

Frontispicio de la edición inglesa de La conclusión del sistema marxiano de Eugen Böhm von Bawerk y La critica de Böhm-Bawerk a Marx de Rudolf Hilferding (1949). En esta obra se debate acerca del " problema de la transformación ".