Durante los primeros compases de este enfrentamiento, las fuerzas francesas, más numerosas, avanzaron en dirección sur ocupando la parte que en el tratado de Granada había correspondido a los españoles, que fueron reducidos a unas pocas plazas en Calabria y Apulia.
Mantenían aquellos que si bien la infantería de las tropas españolas se desenvolvía bien sobre el terreno, su caballería, acostumbrada a las escaramuzas mantenidas durante la guerra de Granada contra los moros, no tenía parangón con la francesa.
[5] En el transcurso del duelo, que se llevó a cabo sólo con armas blancas,[6] uno de los franceses quedó muerto, otro más rendido, casi todos los demás heridos y sus caballos muertos.
Después de cinco horas, ya entrada la noche, los contendientes acordaron terminar el duelo, tomando cada uno las armas arrebatadas al contrario e intercambiando entre sí los caballeros rendidos.
Varios autores del siglo XVI relatan este lance caballeresco, si bien sus versiones difieren sensiblemente en los detalles del enfrentamiento: Otros autores posteriores escribieron también sobre este encuentro: