Hasta la fecha coexisten dos formas de infraestructura hidráulica, diferentes, y sin embargo, complementarias.
Una, originaria de Mesoamérica, y otra introducida por los conquistadores españoles en el siglo XVI.
Posteriormente, los españoles se repartieron las tierras del valle, fundaron haciendas e introdujeron la caña de azúcar para industrializarla en sus trapiches.
Los españoles aportaron también el arado, la yunta de bueyes, y los machetes como instrumentos agrícolas.
Fue durante los siglos XVIII y XIX cuando la región izucarense vivió el mayor desarrollo azucarero.
Para zanjar los problemas con respecto al uso y posesión del agua, en 1635 la Corona española envió a la región izucarense al fiscal Juan González de Peñafiel, para que investigase los fuertes conflictos entre indios y españoles.
[3] En la segunda mitad del siglo XIX se produjo un proceso de cambio y modernización de la industria azucarera del país debido a que los principales hacendados productores incorporaron nueva tecnología.
Desde el primer levantamiento de Zapata, al frente del Ejército Libertador del Sur , hasta el triunfo de Carranza los enfrentamientos en la zona fueron continuos y muy destructivos para vidas y haciendas.
En 1921, al finalizar el conflicto revolucionario, regresaron los hacendados y encontraron sus propiedades dañadas, además de enfrentar múltiples compromisos económicos, casi imposibles de cumplir.