Posteriormente a Sarro fueron más de 70 los compositores que crearon óperas sobre el mismo libreto, entre ellos Händel, Hasse, Paisiello o Päer, siendo el último Carl Gottlieb Reissiger cuya Dido se estrenó en Dresde justo 100 años después, en 1824.
Mientras tanto, el troyano Eneas, habiendo sido destruida su patria por los griegos, cuando se dirigía a Italia fue arrastrado por una tempestad provocada por la diosa Juno hasta las orillas de África.
Se enamora de él debido a que la madre de Eneas, Venus, envía a Cupido para que, mediante el enamoramiento, Eneas y su flota se vieran beneficiados y pudiesen reabastecerse.
Al amanecer subió a la pira y se hundió en el pecho la espada de Eneas.
Los teatros de más renombre representaron en este período obras del ilustre italiano, y los compositores musicalizaron los libretos que el público esperaba ansioso.
Sin embargo, Metastasio le enviaba cartas educadas al compositor en Génova en 1755 y 1757.