Su yerno, Ruy Gómez de Silva, intentó colocar en puestos relevantes de la corte española a su suegro, aunque su actuación en los puestos que desempeñó provocó grandes rechazos.
En 1553 o 1554 fue nombrado Lugarteniente General del Reino de Aragón, hecho que ya supuso un grave desafuero, pues solo podían ostentar este cargo los naturales del mencionado reino.
Tras excusarse Diego en nombre del rey, los diputados aragoneses detuvieron las acciones judiciales.
Al parecer todos los cargos tuvieron como objeto alejar a Diego en todo lo posible de su hija y de la corte castellana, sabiendo que su carácter conflictivo iba a causar problemas allá donde fuera.
Dos años después murió, aunque su única hija Ana conservó su herencia.