[3] Iba diariamente a Éibar a repartir leche y, después de hecha la ruta, le gustaba acudir al frontón Astelena de dicha ciudad, al que llamaban "la catedral de la pelota a mano", donde jugaban otras pelotaris.
[4][5] Éibar era más abierto que otros pueblos, no tan católico; predominaban los ideales socialistas y republicanos.
Madrid y Barcelona fueron las ciudades más importantes donde se jugaba todos los días.
[6] Fue jugadora profesional en los frontones Nuevo Mundo y Condal de Barcelona durante ocho largos años, hasta que se casó a los 24 años y se despidió de la raqueta.
[7] Las raquetistas fueron pioneras en el deporte femenino profesional, aunque la historia no se ocupó de ellas hasta hace poco tiempo.