Se trataba de una modalidad muy espectacular, ya que las pelotaris sacaban desde el rebote, es decir, entre los números 9 y 11, y era habitual que la pelota rebotara en la pared del fondo, obligando a las pelotaris a rebotear, o devolver la pelota de espaldas al frontis y girando para lanzar la pelota hacia éste.
[1] Estos frontones fueron ideados o adaptados para el juego de la raqueta, con una cancha cuya longitud rondaba los treinta metros, permitiendo el desarrollo de un juego más rápido y espectacular.
Anabitarte propició el desarrollo de las mujeres raquetistas con la escuela que creó en exclusiva para ellas.
[11] La guerra civil dañó profundamente la industria de la pelota vasca a raqueta.
[12] Aun así, después de la guerra civil, el público se mantuvo fiel a este deporte, que seguía abriendo frontones y contratando mujeres pelotaris.
Eso sí, ninguna mujer debutó más hasta 1957, cuando se derogó la prohibición de emitir nuevas licencias federativas.
[16] Los intentos del Frontón Madrid por conseguir pelotaris y subvenciones públicas, que ya tenían otras modalidades de pelota, fueron en balde.
La mayoría de mujeres jóvenes ya no concebían ser profesionales del deporte.
Las jugadoras del frontón Colón de Barcelona reclamaron en un juzgado y se les reconoció antes incluso que a los futbolistas.
[23] Las relaciones con el público no eran fáciles: recibían ovaciones cuando ganaban, pero gritos e insultos cuando perdian.
[21][22] Algunas raquetistas fueron Josefa Ignacia Albisu, Eladia Altuna, Angelita Alberdi, Rosario Aranburu, Lucia Areitioaurtena, María Arrillaga, Izaskun Ayestaran, Miren Begoña Ereñaga, Digna Garitaonandia, Emilia Gómez Muñoz, Irene Ibaibarriaga, Paula Lamarain, Maria Dolores Larramendi, Maritxu Lasuen, Carmen López,[24] Agustina Otaola, Rosa Soroa Oria, Maria Luisa Senar o Maria Antonia Uzkudun entre otras.