Las protestas por los impuestos se sumaron a la lista de agravios y ataques aleatorios de ciudadanos romanos y percibidos «traidores» acaecidos en Jerusalén.
Josefo atribuye a Gesio Floro una buena parte de la responsabilidad en el desencadenamiento del conflicto, junto con el radicalismo zelote, mantenido y alentado a partir del rechazo al censo confeccionado en época de Publio Sulpicio Quirinio.
[2] En respuesta a esta acción, la ciudad cayó en los disturbios y parte de la población judía comenzó a burlarse abiertamente de Floro pasando una cesta alrededor para recoger el dinero como si Floro fuera pobre.
En septiembre de 66, los romanos en Jerusalén se rindieron y fueron linchados.
Temiendo lo peor, el rey pro-romano Agripa II y su hermana Berenice huyeron de Jerusalén a Galilea.