El Descendimiento (Medina de Rioseco)

En la decimotercera cláusula se menciona que Céspedes, Carrera y Santos quedaban obligados, «por asi como particulares», al pago de los 6000 reales «con obligacion de sus personas y bienes», figurando en la decimoquinta y última cláusula que el suegro de Tudanca, Francisco Ezquerra, actuaba como fiador.

Al final del contrato se hacen constar como testigos «Joseph Calvo oficial de mi el escrivano, Bernardo Amien y Pedro Diez vezinos estantes en esta ciudad y los otorgantes» (Ezquerra y Tudanca), dando fe de todo Manuel de Elorriaga.

Los portadores de El Descendimiento tuvieron que realizar un gran esfuerzo para sacar el paso a hombros, lo que provocó burlas del público hacia la forma de desfilar de La Crucifixión por no procesionar de forma tan meritoria, lo que llevó a los cofrades, heridos en su orgullo, a desintalar el mecanismo rodante y cargar el paso sobre los hombros.

[8]​ Teniendo en cuenta la primera de las cláusulas del contrato para la hechura de El Descendimiento, en la que se establecía que el mismo debía llevar «todos los demás herrajes y clavazon necesario y sus ruedas por bajo para que entre y salga el paso en las yglesias que le tocare andar todo muy bien seguro y firme», así como la frecuente adquisición de horquillas para el paso de La Soledad y la irregularidad del pavimento de las calles, parece ser que los sistemas rodantes eran empleados únicamente para facilitar el acceso a los templos así como la entrada y salida del lugar donde se custodiaban las obras, realizándose la procesión en sí a hombros.

[8]​ Actualmente ambos pasos son sacados e introducidos a pulso en la capilla por los cofrades, quienes deben realizar un gran esfuerzo para que las imágenes no toquen el dintel de la puerta, llegando casi a rozar los nudillos contra el suelo.

Se cree que fue en los años centrales del siglo xviii o a finales del mismo cuando la cofradía procedió a retirar de El Descendimiento la talla de la Dolorosa.

No se conoce si esta imagen fue destinada a ser venerada por separado (caso que sí se dio en la Dolorosa del paso de Valladolid) o si estaba deteriorada a tal punto que se hizo necesaria su eliminación, resultando desconocido su paradero actual.

Las tareas, con un valor de entre 90 y 100 pesetas, consistieron en el arreglo tanto del paso como del tablero, siendo la obra más importante la policromía, la intervención sobre la plataforma para adecuarla al paso y la elaboración de una cenefa para lograr un aspecto idéntico al del paso de La Crucifixión, cuyos faroles fueron reubicados en 1964, mismo año en que se adquirieron cuatro faroles para El Descendimiento, piezas que serían reemplazadas solo cuatro años más tarde, siendo eliminado a su vez el entramado en el que se posicionaban.

[17]​: 28  De una plasticidad y realismo mucho menor que el conjunto vallisoletano, las tallas poseen una factura notablemente basta debido quizá al reducido periodo de elaboración.

El rostro, muy expresivo, muestra arrugas profundamente marcadas, luciendo un peinado acorde a la moda del momento, detalle reflejado también en la vestimenta, propia del siglo XVII e influenciada por arquetipos orientales como en el conjunto original: sombrero bermellón y naranja; sayo verde ajustado al talle y de caída acampanada; mangas abullonadas desde el hombro hasta el codo (de color bermellón con delgadas franjas verticales en negro) y ceñidas en el antebrazo (donde la manga es enteramente negra); calzón color calabaza y botas altas de color marrón.

El sayón figura erguido a los pies de la cruz portando un martillo en su mano derecha para quitar los clavos.

Viste una túnica en color oliva ajustada con cíngulo y un manto bermellón con envés en morado de amplios y angulosos pliegues el cual cuelga de su hombro derecho, luciendo en los pies unas sencillas sandalias.

La Magdalena se halla próxima al cadáver de Jesús y muestra el brazo derecho alargado en una pose un tanto forzada y la mano izquierda posada en el pecho, encima del corazón, al tiempo que con ella sostiene un pañuelo blanco y el manto (sujeto en la espalda con un nudo según la moda del momento), de color naranja con pequeñas franjas rojas a modo de rombos enmarcando hojas de color verde oscuro.

[20]​: 16 Popularmente llamada «La Malquerida»,[21]​ la Virgen aparece sentada en un banco bajo con los brazos abiertos y las manos extendidas, estando el rostro alzado y ligeramente girado a la izquierda, con expresión de dolor e imploración, al estilo de las Piedades.

Los ropajes poseen drapeados acartonados mientras que los velos, cruzados entre sí y recogidos sobre el hombro derecho, lucen un pliegue a imitación del estilo de Fernández en el centro.

Primera fotografía de El Descendimiento , tomada durante la Procesión de la Soledad (posiblemente 1902). [ 10 ]