En este relato psicológico, Maupassant presenta un personaje autodestructivo constantemente torturado, inicialmente vencido por la duda y que acaba hundiéndose en la demencia a través de diversos estados, como paranoia, alucinaciones, ataques de ansiedad, parálisis del sueño, con los que debatirá.
[1] Las tres versiones del cuento aparecen en tres formas literarias diferentes: Carta de un loco, como su título indica, es una carta ficticia, la primera versión de El Horla es una narración enmarcada y la segunda versión toma la forma de un diario personal inacabado que hace temer que su dueño haya caído en la locura o se haya suicidado.
La historia se desarrolla en la casa de campo del narrador, cerca de Ruán, a orillas del Sena, en donde pasa el tiempo descansando en el jardín, viendo los enormes barcos navegar, y en París a donde viaja para distraerse un poco de sus aflicciones y visitar a su familia.
Esta angustia ocurre durante cuatro días después de que ve una "soberbia corbeta brasileña" e impulsivamente lo saluda porque le agradó a la vista.
A su alrededor, siente la presencia de un ser al que llama "Horla".
El narrador decide irse por unos días al monte Saint-Michel y regresa a casa aparentemente curado.
A lo largo del cuento, la cordura del narrador, o mejor dicho, sus sentimientos de alienación, se ponen en duda a medida que el Horla domina progresivamente sus pensamientos.
Inicialmente, el propio narrador cuestiona su cordura y exclama "¿Habré perdido la razón?"
La presencia del Horla se vuelve cada vez más intolerable para el protagonista, ya que está "observándolo... mirándolo... [y] dominándolo".
El narrador se hunde poco a poco en la locura, se siente tan "perdido" y "poseído" hasta el punto de que está dispuesto a matar al Horla y toma medidas cada vez más drásticas para lograrlo; incluso llega a decidir que no puede seguir viviendo mientras la criatura esté cerca.
Maupassant renovó el tema del doble, presente en la literatura fantástica desde Hoffmann, utilizando las últimas reflexiones científicas y médicas de moda, en particular la hipnosis y los trabajos sobre la histeria de Jean-Martin Charcot en el Salpêtrière.
La investigadora Marie-Neige Cordonnier afirma que Maupassant, como Zola y otros autores, asistió a las demostraciones del profesor Charcot..[4] Sin embargo, no se debe exagerar el impacto de Charcot en la obra de Maupassant, sobre todo porque las relaciones documentadas entre el escritor y el neurólogo siguen siendo imprecisas.
Algunos autores afirman que Maupassant podría haber asistido a la École de Nancy.
El Horla es un ser invisible a simple vista, lo que le confiere su superioridad.
Por lo tanto, probablemente tenga una consistencia material, pero sin que se pueda determinar su forma.
En la segunda versión, el narrador entiende, a partir de un artículo científico, que la criatura apareció por primera vez en Brasil, donde es considerada un "vampiro espectral", antes de abordar un barco para llegar a Francia.
El Horla, como un súcubo, se alimenta de su presa mientras duerme y devora su cordura provocándole pesadillas.
En efecto, la locura y otros trastornos psicológicos pueden desacreditar la existencia de la criatura proporcionando explicaciones racionales a los diversos fenómenos experimentados u observados por el narrador: trastornos de parálisis del sueño, paranoia, alucinaciones, etc.
La existencia del monstruo es, en definitiva, una pura hipótesis en la cabeza de un único personaje.