Por eso su anciano tío (y antes de morir, también su padre) aspira a recuperar sus viejas tierras, en que la familia vivía en mayor abundancia.
En realidad, a pesar de su pobreza, ama la vida cotidiana en las tierras relativamente áridas e inhóspitas de la llanura y las faenas agrícolas en que participa codo con codo con sus vasallos, cuya mansedumbre y resignación comparte.
Los motivos del Señor Ishida no se expresan con claridad y Velasco tiene que adivinarlos.
En lo que sigue, todas las partes se comportan de forma hipócrita, al declarar unas intenciones y tener realmente otras.
Al mismo tiempo, todos son conscientes de lo que realmente pretenden los otros, pero nunca lo expresan con claridad.
Cuentan con una tripulación española, que ha naufragado en Japón, con los conocimientos técnicos suficientes para construir y pilotar el barco.
Además declara asumir una y otra vez su papel como mero intérprete, cuando su interés es la predicación.