A los cinco años, viendo que la empresa funcionaba prácticamente sola, Enrique de Guzmán decide dejarla para buscar nuevos horizontes.
[1][2] Entra a formar entonces parte de la empresa Perkins Hispania como director técnico.
Allí coincidió con Marcelino Camacho, con el que le mantuvo desde entonces una relación de amistad.
Mientras tanto el gobierno decide entrar como socio en Airbus, una decisión importante en el futuro de la ingeniería española.
Consigue en tres años de trabajo muy dedicado solucionar estos problemas, si bien hicieron mella en su salud: sufrió un infarto que le obligó a dejar la compañía.
[2] Recuperado, en 1981, vuelve a Construcciones Aeronáuticas como presidente ejecutivo del Consejo de Administración.
Este tratado hispano-indonesio (CN-235) mereció el premio von-Karman de Cooperación Internacional en Aeronáutica, concedido por el International Council of the Aeronautical Sciences (ICAS) en Pekín en 1992.
Desde entonces se dedicó a asesorar a muchas empresas y organizaciones: Airtech, DASA (Deutsche Aerospace, General Electrics, ThyssenKrupp, Euromisil, Junta de Andalucía, Gobierno de Indonesia o MBB.