[1] Se conoce poco sobre el origen de esta ermita, ya que llegó en ruinas al final del Antiguo Régimen.
Lo más probable es que desapareciera por saturación económica al concentrarse muchas ermitas en el término de la localidad: el citado Interrogatorio señalaba que en aquel momento había doce ermitas en la villa, de las cuales ocho estaban activas y cuatro en ruinas.
Se conservan en mal estado los muros laterales del edificio y los del ábside, pero han desaparecido completamente la cubierta y el imafronte.
Sin embargo, frente a lo que fue la puerta principal del edificio se mantiene en pie un crucero de piedra coronado por una pequeña cruz de hierro.
[1][2] En la actualidad, los restos del edificio se mantienen con fines turísticos, ya que forma parte de la ruta de senderismo que llevaba tradicionalmente a la ermita de Altagracia;[3] así como con fines arqueológicos, ya que la normativa urbanística local tiene catalogada el área como "Ruinas Romanas de Santa Catalina".