A pesar de haber sido expuesto como un falsificador en los medios españoles en 1953, Lascorz mantuvo sus afirmaciones hasta su muerte en 1962.
[3] Su bisabuelo (padre de Victorián) era un hombre llamado Alonso Lascorz y Cerdán.
[11] Se embarcó en una campaña que intentaba asegurar el reconocimiento de su ascendencia real cambiando su identidad legal sustituyendo «Lascorz» por «Láscaris» y buscando la aprobación en los tribunales españoles.
[2] Lascorz creía que su supuesta ascendencia bizantina iba bien con los sueños griegos de glorias pasadas como la Gran Idea.
Los descendientes modernos de Lascorz explican que la candidatura de Lascorz al trono griego acabó en nada, incluso después de que Venizelos se convirtiera en primer ministro nuevamente en 1928, debido a la crisis económica y la inestabilidad política que asola el país y cualquier plan potencial para convertir a Lascorz en rey olvidado.
[15] En 1935, Lascorz inventó una elaborada genealogía,[nota 2] que alteró notablemente su propia historia familiar.
Su abuelo Victoriano fue sustituido por el «Príncipe Andrónico Teodoro Láscaris», supuestamente descrito por su padre en su lecho de muerte.
El bisabuelo paterno de Eugenio, Alonso, fue sustituido por un «príncipe Teodoro Láscaris, Porfirogéneta».
Estos tribunales no investigaron sus reclamos, ni tenían la competencia o autoridad para proclamar a alguien como pretendiente al trono del Imperio Bizantino o el Reino de Grecia.
Cada uno recibió nombres de la antigua realeza bizantina, como Teodoro, Constantino, Alejandro y Juan Arcadio.
[2] Lascorz no hizo contribuciones intelectuales al mundo legal durante sus años como abogado, realizando tareas prácticas y trabajando.
[18] Partidario decidido del régimen,[19] Lascorz, su mujer y su hijo Teodoro escribieron a Franco en varias ocasiones.
La oficina de Franco respondió, dirigiéndose a Lascorz y su familia con sus títulos autoproclamados.
[17] En 1956, Lascorz publicó Caliniki: Evocación histórica, un cuento centrado en una niña ficticia lacedemoniana llamada Cali Cabasileas de la época del emperador Manuel Cantacuceno, que se enamora de Andrónico, un cortesano del emperador.
[18][23] La controversia tuvo sus raíces en una campaña iniciada por la Santa Sede en 1952 contra lo que el papado consideraba órdenes de caballería fraudulentas.
[24] El 23 de abril de 1953, un artículo del periódico ABC, «Falsas órdenes de caballería y falsos títulos nobiliarios», identificó a Lascorz como un falsificador y sus órdenes e instituciones como falsas, afirmando que Lascorz violó «no sólo los principios del derecho eclesiástico, sino también la soberanía del Estado español».
En números posteriores, el periódico también publicó y reprochó las respuestas de Lascorz al artículo, señalando que el gobierno español no había aprobado sus órdenes.
Muchos de sus hijos abandonaron España agotados por las polémicas en las que se vio envuelta la familia.
[1][34] El hijo menor, Constantino Láscaris, quien murió en 1979, disfrutó de una notable carrera académica como filósofo en Costa Rica.