Esa expedición retornó a Chile sin entrar en combate, desembarcando solamente 300 soldados que se unieron al Ejército Unido Libertador del Perú.
Otros 233 soldados se habían embarcado previamente en los barcos Valdivia e Isabel por temor a la deserción.
Benavente debía pasar el mando de la expedición al general Pinto, una vez que lo encontrase, conservando su jefatura del Estado Mayor.
Santa Cruz envió una comunicación a Benavente, quien llegó en el Monctezuma, sin expresarle la situación de derrota experimentada por sus tropas:
Santa Cruz insistió comunicándole las órdenes recibidas de Sucre, pero Benavente tenía informes de que Portocarreño se pasaría a las fuerzas realistas dejando indefensas a las tropas chilenas en Arica, en donde serían sorprendidas.
Sospecha que se concretó posteriormente al momento de partir la flota chilena.
Pinto y Alvarado se embarcaron en el barco peruano Balcarce rumbo a su nuevo destino.
Alvarado no quiso desobedecer a Bolívar y se separó de la expedición.
El velero que conducía a Pinto, fue perseguido por la goleta corsaria General Valdez salida de Chiloé, pero sin darle alcance.
Pinto despachó a Benavente hacia Valparaíso en el Sesostris para informar al gobierno chileno.
[6] El historiador chileno Gonzalo Bulnes dice al respecto en su libro Últimas campañas de la independencia del Perú (1822-1826):