Su padre, Nunzio Galizia, quien se mudó a Milán desde Trento fue un pintor de miniaturas.
Cuando Fede estuvo preparada y establecida como pintora de retratos, comenzó a recibir muchos encargos.
Fede nunca contrajo matrimonio, y se dice que vivió una vida feliz con éxito en su carrera artística.
Fede Galizia pintó retratos, miniaturas y retablos, pero su obra más importante -por la que ganó un lugar en la historia del arte- son sus bodegones.
Fue particularmente buena en crear espacios acogedores en sus pinturas, en composiciones equilibradas y poco cargadas.
Parece como si uno pudiera tocar las frutas, sentirlas, y quitarlas de la pintura sin estropear el resto del trabajo.
Actualmente no se sabe a ciencia cierta cuántas obras pintó, ya que muchas de sus posibles obras han sido atribuidas a su contraparte masculina, Panfilo Nuvolone, que tomó significativa inspiración de ella.