[3] En agosto de 1665 llegó a España como enviado especial con las joyas que el emperador Leopoldo I ofrecía a su prometida, la infanta Margarita, al cerrarse el acuerdo matrimonial.
Según anotó en su diario el embajador ordinario Francisco Eusebio de Pötting, la primera de las joyas estaba formada por un diamante, un rubí y una perla muy grande; la segunda con cinco esmeraldas de mucho valor y ambas por estar vinculadas a la casa se empeñaban a la prometida por cien mil ducados.
La tercera, dada en propiedad, era el retrato en miniatura y guarnecido de diamantes del propio emperador pintado por su pintor de cámara, Gerard von Schloss o Gerard du Chateau, quien acompañaba al conde en su séquito para hacer el retrato de la prometida.
Especialmente en esta segunda misión Harrach hizo notables aunque baldíos esfuerzos para asegurar la sucesión de la corona española en la casa de Austria, reclamando una mayor implicación imperial en la guerra contra Francia y la presencia en España del archiduque Carlos.
[6] Los diarios que redactó puntualmente los años que pasó en estas misiones diplomáticas reflejan su interés por el ambiente artístico que se vivía en la corte de Madrid, donde acudía con frecuencia a los corrales de comedias e iba a escuchar música en sus iglesias.