Incapaz de salir para ponerse a salvo, se hiberna empleando un dispositivo criogénico incorporado en el vehículo.
Los cuerpos son llevados a bordo para revivirlos durante el viaje en caso de que sea posible.
Para forzar el contacto, se decide causar un fenómeno que no puedan ocultar los gobiernos del planeta: la implosión de su satélite natural.
Alrededor del planeta hay un anillo de hielo, y los terrestres recurren al mismo dispositivo proyector para romper una parte del anillo mediante rayos láser y lanzar varios fragmentos de hielo al planeta.
Al llegar a la superficie del mundo desconocido, Tempe ve que nadie hay esperándolo.
Examina una estructura peculiar que hay en las inmediaciones del sitio donde se ha posado el vehículo de aterrizaje y después explora la zona.
Se da cuenta entonces de que ha olvidado mandar señal al Hermes durante todo ese tiempo.
Fiasco es como la crónica de una tragedia anunciada: luego de finalmente encontrar a otra especie inteligente e invertir recursos físicos y mentales que son literalmente colosales y que quizás nunca podrán repetirse (e.g.
propulsar la Eurídice a Quinta Harpyiae implicó el pillaje y casi destrucción de Titán, la humanidad, representada por la tripulación, se ve enfrentada a una especie literalmente indescifrable que no sólo no tiene el más mínimo interés en establecer contacto con ellos, sino que incluso los usa como peones involuntarios en una guerra suicidaría, interminable y sin cuartel entre facciones desconocidas y por motivos nunca explicados.
En ella, se ponen a prueba la capacidad de aguante del lector, su ética y también su humanidad, que, pese a quedar hecha añicos al final, sirve para generar una seria reflexión sobre la existencia humana.
Lem recurre en Fiasco a su ya clásico escenario: el espacio sideral, naves interplanetarias, astronautas y científicos espaciales, elementos que ya había empleado en Edén, en Solaris, en El invencible, en los Relatos del piloto Pirx y en otras obras.
Si bien la novela concluye dejando cabos sueltos, el lector puede sospechar que algo definitivo pasará en la Tierra con los seres humanos luego de aquellos sucesos narrados por Lem.
Esta intención del autor consistente en criticar y desvelar prejuicios epistemológicos ha llevado a que algunos sectores de la crítica literaria lo consideren, más que escritor de ciencia ficción dura, un filósofo del conocimiento.
Esta última faceta como ensayista y filósofo no es muy conocida en nuestro idioma, ya que no se han traducido al español algunas de sus obras ajenas a la ficción más destacadas, como es el caso de Summa Technologiae.
En ese texto, Lem articula una ficción ensayística con acontecimientos verdaderos relacionados con el holocausto nazi, lo que le da pie para elaborar una crítica lúcida y demoledora sobre la sociedad capitalista contemporánea.
Su suerte a lo largo del relato es incierta, y al final del libro queda una desazón notable sobre el destino de este personaje, sin que además se sepa si se trata de él o no.