Sin embargo las celebraciones de esta Virgen quedan desvinculadas del ambiente rural.
El 8 de septiembre se acostumbraba acudir a la misa celebrada en la ermita y posteriormente se sacaba adornada en flores, y en procesión, una imagen muy venerada de la Virgen del Puerto.
En los inicios, tras la procesión religiosa se celebraba una verbena con los melones y sandías de los puestos cercanos.
La ermita es pronto destino de populares romerías veraniegas (generalmente de emigrantes asturianos o gallegos[5]) debido a los parajes frondosas alamedas que supone la ribera del río Manzanares.
A mediados y comienzos del siglo XIX las verbenas se celebraron en las praderas de las Vistillas.
La talla de la Virgen se encargó a Víctor González Díaz.