Filosofía en la Unión Soviética

Justamente por estas razones los sovietólogos occidentales en general, entre quienes dos de los más famosos eran Józef Maria Bocheński y Gustav Wetter, han frecuentemente afirmado al respecto que la filosofía soviética era dogmática.

Sin embargo, el período inmediatamente posterior al triunfo de los bolcheviques en 1917, había estado marcado por luchas políticas y filosóficas, las que ponen en entredicho cualquier lectura estrictamente monolítica al respecto.

Justamente sería este último quien detallaría las tesis estalinistas acerca del denominado “socialismo en un solo país” (consolidación del régimen soviético antes de cualquier eventual intento de expansión hacia el extranjero), frente a la mucho más radical y ambiciosa concepción de revolución comunista mundial sostenida por León Trotski.

Por su parte, Deborin, quien había sido un estudiante de Gueorgui Plejánov (quien por su parte llegaría a ser denominado "el padre del marxismo ruso”), también estaba en desacuerdo con los mecanicistas respecto del lugar que debía ocupar Spinoza.

Por lo tanto, la posibilidad de realizar una investigación filosófica independiente del dogmatismo oficial en la Unión Soviética virtualmente desaparecieron.

Mientras tanto, por otro lado, el lysenkoismo era oficialmente impulsado como doctrina supuestamente científica (en consonancia con el hecho que 1948, cinco años antes de la muerte de Iósif Stalin, la genética fue oficialmente declarada como una “pseudociencia burguesa”).

Las obras del joven Marx, como sus “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”, que habían sido inicialmente publicados en la Unión Soviética en 1932 pero que posteriormente fueron censuradas [cita requerida] por el régimen de Iósif Stalin (debido a su incompleto rompimiento con el idealismo alemán), también comenzaron a ser debatidos durante este período de liberalización.

La Unión Soviética publicó grandes tiradas de obras marxistas-leninistas en muchos idiomas alrededor del mundo.

Tanto es así que según el Libro Guinness de récords mundiales, Vladímir Lenin llegaría a ser el autor traducido a más idiomas, siendo solo superado por la Biblia.

Según Lenin y su sucesor Stalin, la moralidad debía estar subordinada a la ideología marxistas de la revolución proletaria.