[1] El propio Dieckmann los reprodujo fotográficamente en Harvard y los depositó asimismo en la Biblioteca Nacional de Francia.
Pero afortunadamente el 'philosophe' entregaba siempre a su hija una copia de sus escritos, y estas copias son en buena parte lo recuperado, al cabo de siglo y medio, por lo que al fin pudieron fijarse sus textos.
[3] Gracias a ese trabajo también Arthur M. Wilson pudo hacer su gran biografía, Diderot (1957 y 1972), que sigue siendo la mejor actualmente, según se admite.
[4] Los fondos Vandeul han revolucionado la indagación en el siglo XX sobre el más importante escritor e intelectual francés del XVIII, a juicio de muchos.
De hecho las publicaciones sobre Diderot se multiplicaron vertiginosamente hasta llegado el siglo XXI.