Cuando saben del árbol, su vergüenza se manifiesta para ellos y comienzan a cubrirse de hojas.
Desde este punto de vista, la Serpiente del Jardín del Edén (Najash) no mintió completamente cuando dijo que al comer el fruto, Adán y Eva obtendrían conocimiento y serían "como Dios", y por ello algunos sabios cabalísticos consideran que la serpiente no actuó de manera completamente independiente, sino como un instrumento del propio plan divino oculto (Sod HaBeriyá).
Al comer el fruto, la humanidad entro en un proceso de separación y dualidad, un estado que le permite el desarrollo del libre albedrío y la evolución espiritual; ya que este viaje a través del mundo de la fragmentación (Olam HaPerudá) es esencial para que el alma crezca, experimente, y finalmente regrese a la unidad con Dios (Devekut).
Asi, el ser humano, al realizar su viaje de regreso hacia la unidad con Dios, lleva de vuelta y purifica la esencia divina presente en el mundo material.
Este proceso se conoce como la elevación de las chispas divinas (Birur HaNitzotzot).
A nivel filosófico en la tradición gnóstica, el fruto prohibido representa el conocimiento oculto y/o la iluminación espiritual que lleva a la conciencia de la verdadera naturaleza de la realidad.
Comerlo significa acceder al gnosis (conocimiento divino) y reconocer la diferencia entre la ilusión del mundo material (conocida como Maya en el hinduísmo) y la verdad trascendental de la realidad última.
Sin embargo, este despertar también conlleva una expulsión simbólica del "paraíso" de la ignorancia, enfrentando al individuo con el sufrimiento y la lucha por la verdad para poder obtener la gnosis y volver a unirse al Pleroma.
El Libro de Enoc describe el árbol del conocimiento: "Era como una especie del árbol de Tamarindo, dando fruto que se asemejaba a uvas extremadamente finas; y su fragancia se extendió a una distancia considerable.
En la tradición islámica, el fruto se identifica comúnmente con trigo o con vid.
Esto fue posiblemente debido a un malentendido de – o un juego de palabras en – m'lum, un sustantivo latino nativo que significa mal (del adjetivo malus), y m'lum, otro sustantivo latino, tomado del griego μῆλον, que significa manzana.
[19] Terence McKenna propuso que el fruto prohibido era una referencia a plantas psicoactivas y hongos, específicamente setas de psilocibina, que teorizó jugaron un papel central en la evolución del cerebro humano.
Existen varios defensores de la teoría que datan del siglo XIII.