Su infancia en un país humillado por la derrota militar y la ideología fascista reivindicada por su padre,[nota 1] fraguaron su visión política del mundo.
Ella pasó a estar en busca y captura por todas las policías de Japón y su rostro fue colocado en la entrada de todas las comisarías del archipiélago.
Este acto terrorista, el primer atentado suicida en Oriente Medio,[8] supuestamente a favor de la causa palestina, causó 26 muertos, incluidos dos de los tres terroristas del ERJ, y desató la indignación en todo el mundo, salvo en algunos países árabes.
[11] En 2000, tras casi tres décadas en el seno del movimiento terrorista de Oriente Medio, Fusako Shigenobu regresó clandestinamente a Japón.
[17] Sin embargo, aunque lamentó la violencia utilizada para servir sus ideales revolucionarios,[18] Shigenobu no renunció a proseguir su lucha a través de acciones políticas por los cauces legales.
[nota 2][10] La fiscalía del tribunal de Tokio había solicitado cadena perpetua.