Desde entonces, lee con voracidad estudios sobre mitología y etnografía, temas en los que se convierte muy pronto en un experto.
En 1918 se casa con su novia, Ilonka, iniciando un matrimonio que duró hasta la muerte de ella, en 1953.
En 1938 deja su puesto en Budapest y emigra a Estados Unidos huyendo de la inminente guerra.
La muerte de Ilonka en 1953 afectó tanto a Róheim que este murió dos meses más tarde.
La obra de Róheim no fue bien recibida en su época entre los estudiosos del folklore, poco receptivos en general al enfoque psicoanalítico.
Modernamente, ha sido reivindicada por folkloristas como Alan Dundes y José Manuel Pedrosa, que aprecian el conocimiento exhaustivo de las tradiciones populares de Róheim y su capacidad para establecer relaciones significativas entre fenómenos aparentemente inconexos.