Aunque no se casó nunca, tuvo una hija natural de la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, a la que conoció en 1844; la niña murió a los pocos meses y el poeta no admitió que fuera suya.
Recorrió España y se detuvo en Ávila, donde escribió un poema a la mística Santa Teresa de Jesús.
Muchos son poemas cívicos, otros son religiosos y algunos se hallan imbuidos de talante profético (sobre todo los de tema político, en los que se muestra apocalíptico, engolado y mesiánico) o satírico.
Otros poemas son íntimos, con sentimientos de amor y melancolía.
Figura en la obra colectiva de Los españoles pintados por sí mismos con el artículo "La políticomanía", donde se opone al progreso del sexo femenino y pinta satíricamente el feminismo.