Sobre el origen del nombre de la villa existen varias teorías: Una de ellas, la del filólogo y etimólogo Joan Corominas basada en una etimología propuesta por Schmoll da un origen celta al nombre y escribe lo siguiente defendiendo esta teoría:
También el filólogo Patxi Salaberri recoge otras teorías sobre el origen del nombre reunidas o ideadas por Massu Nitta que basarían el origen del nombre en las voces vascas gara o garai (alto) junto con pendiz o pendoitz (cuesta pendiente) y phendaitz (peña puntiaguda), aunque tampoco rechaza el origen romance del nombre basado en la relación con las voces latinas callis y pendius que vendría a significar sendero o pendiente.
Por último Julio Caro Baroja también elaboró otra teoría basada en que el nombre es un compuesto de gari (trigo) y pentze (pradera).
Comprometido este con el bando agromontés, la princesa Leonor ordenó la destrucción del castillo y retuvo la pecha durante varios años.
Según recoge Pascual Madoz en su Diccionario, perteneció al valle de Aibar hasta 1846, en que se hizo efectiva la reforma municipal que lo segregó y dejó como ayuntamiento enteramente separado.
Estaba bien surtido de ropa, hallándose al cuidado del mismo una mujer llamada Hospitalera.
En 1850 el municipio contaba con escuela, cuyo maestro percibía 2.000 reales al año; los caminos eran locales, de travesía y quebrados.
Las muelas del molino se habían reducido a dos, y el viejo puente de piedra sobre el Aragón, que había sido cortado ya en la guerra de Sucesión y en la guerra contra la Convención durante el siglo XVIII, había vuelto a ser en parte destruido durante la primera guerra carlista (1833-1839) y en 1850 no había sido aún reedificada la parte rota, sino sustituida por maderas.
Aún en 1847 Pascual Madoz, hablando de las cinco ermitas existentes (San Babil, Santa Elena, la Concepción, San Salvador y Santa Quiteria), afirma que «junto a la de Santa Quiteria existe un torreón o castillo antiguo que se dice perteneció a los Templarios en su primitivo origen, y después a los padres Cistercienses, a quienes lo quitó la villa en virtud de sentecia judicial.»[5] En la actualidad no quedan restos visibles aunque debió estar ubicado, como afirma el historiador especialista Martinena Ruiz, junto a la iglesia de San Salvador donde «existe una explanada de forma más o menos triangular, a cuya configuración topográfica suponemos se ajustaría la estructura defensiva de la desaparecida fortaleza.»[6] Posiblemente, como ocurre en la cercana Ujué, y se repite en otros lugares, sería «una posición dominante compartida por el castillo y la iglesia» en lo que Enrique Varela Agüí definía como encastillamiento.
En 1426 se seguía trabajando, concretamente los canteros Martín García y Yénego de Olaz.
Le sucedió mosén Juan de Ezpeleta, merino mayor, que aumentó la guarnición.
Sobre la cripta se asienta la iglesia alta, obra ya del siglo XIV, de proporciones casi cuadradas.
Presenta un ábside poligonal y nave única, cubiertas con bóveda de crucería.
Actualmente se ha arruinado el coro con antepecho de piedra calada que existía al fondo de la nave, datable a fines del siglo XV o principios del XVI.
Este último, correspondiente al estilo franco-gótico, debió de ser realizado a mediados del siglo XIV por un artista, el primer Maestro de Gallipienzo, influenciado por Juan Oliver.
Algunas a causa de su mal estado, se dejaron “in situ”: concretamente la Santa Cena, Oración en el Huerto, Prendimiento y Resurrección.
Estilísticamente la característica más acusada de estas pinturas es su expresividad, conseguida gracias a una exageración de rasgos que puede llegar a la deformación, aunque en casos aislados se alcanza cierta belleza formal; las composiciones son simples, con marcada tendencia a la simetría; las figuras macizas y de canon corto; el dibujo es vigoroso y el colorido hábilmente elegido para evitar la monotonía.
El conjunto más moderno, que se superpuso al anterior, debió de ejecutarse a fines del XV, entre 1480 y 1500.
Al mismo maestro se le atribuyen los retablos de Uztárroz, Zabalza y Mendinueta.
En la iglesia se conserva además una bella Virgen del Rosario, que debe atribuirse también a Berroeta y una hermosa Virgen en pie de estilo gótico perteneciente al siglo XIV.
El movimiento neoclásico se refleja un poco tardíamente en Navarra en cuanto a las cajas de sus órganos (1797 hasta finales del siglo XIX).
Habría que verla en todo caso, desde las coordenadas estéticas, sociales, etc. de la época.
En segundo lugar quedó Unión del Pueblo Navarro (UPN) que obtuvo el 24,10% y un concejal.
El edificio está formado por una sola nave con proporciones casi cuadradas con un ábside poligonal y esta cubierta por una bóveda de crucería y con un coro a los pies el cual se encuentra arruinado.
El edificio fue casi totalmente reformado a fines del siglo XVIII.