En la geografía marxista, las relaciones que la geografía ha analizado tradicionalmente - entorno natural y relaciones espaciales - se revisan como resultados del modo de producción material.
Para entender las relaciones geográficas, desde este punto de vista, la estructura social también debe ser examinada.
[1] La geografía marxista es de naturaleza radical y su crítica primaria a la ciencia espacial positivista se centró en las metodologías de esta última, que no tuvo en cuenta las características del capitalismo y el abuso que subyacen a los arreglos socioespaciales.
Como tal, los primeros geógrafos marxistas fueron explícitamente políticos en la defensa del cambio social y el activismo; buscaban, a través de la aplicación del análisis geográfico de los problemas sociales, aliviar la pobreza y la explotación en las sociedades capitalistas.
Para lograr tales objetivos filosóficos, estos geógrafos dependen fuertemente de la teoría social y económica marxista, recurriendo a la economía marxista y los métodos del materialismo histórico para desentrañar la manera en que los medios de producción controlan la distribución espacial humana en las estructuras capitalistas.