Rocha nació en Vitória da Conquista (Bahía, Brasil) y se trasladó con su familia a Salvador de Bahía cuando sólo tenía nueve años de edad, estudiando allí en una famosa y respetada escuela presbiterian.
Bahía es un estado conocido por tener una fuerte influencia de cultura africana y una profunda tradición barroca.
También graba A Cruz na praça del cual no se conserva ninguna copia.
Esta primera etapa, creemos, puede entender en torno a su manifiesto la Eztétyka del hambre[2] presentado por Rocha en 1965.
En 1963 publica su primer libro Revisão critica do cinema brasileiro(Revisión crítica del cine brasileño) y en 1964 estrena Deus e o Diabo na Terra do Sol, la cual es premiada en cinco festivales y compite, sin ganar, por la Palma de Oro en Cannes.
[3] Ese mismo año se impone la Dictadura militar en Brasil que duraría 21 años hasta 1985.
[2] El hambre, además, se relaciona con la austeridad técnica y económica que condiciona a los cineastas de la primera etapa del Cinema Novo.
[3] Cae, además, preso durante una manifestación contra la dictadura, siendo liberado gracias a un telegrama de protesta dirigido al presidente Castelo Branco firmado por Truffaut, Godard, Resnais, Ivens y Gance, lo cual demuestra la importancia internacional que había cobrado Rocha para ese entonces.
[4] El hambre y la violencia atraviesan a todos los personajes del cine de Rocha: bandidos, justicieros, mercenarios, santos, demagogos, charlatanes, mesías.
Los personajes del cine de Rocha son antiheroicos, arquetípicos y alegóricos, pues no se definen por su individualidad psicológica, sino que más bien representan fuerzas abstractas y grupos sociales que no siempre actúan de manera coherente, pues encarnan en sí mismos ideas diferentes, contradictorias.
Esta etapa se extiende hasta su último filme en vida A Idade da Terra de 1980.
En 1972 viajó a Cuba donde sincroniza el sonido y termina de montar Câncer rodada en 1968.
Durante los años siguientes, Rocha viajó por distintos lugares y desarrolló múltiples proyectos que finalmente no se llevaron a cabo.
(...) La razón dominadora clasifica al misticismo como irracionalista y lo reprime a pura bala.
Entonces, en la película yo coloqué la cámara y la pantalla abierta para que el pueblo se manifestara.
Al respecto, Daniela Stara nos dice: Rocha entonces recibe una influencia en su trabajo que es, en esa época, sólo implícita.
Al final de su vida, Glauber llega a formular una propia imagen cinematográfica del pensamiento religioso.
Resulta, además, interesante la solución a la que llegó Rocha para terminar de montar esta película.
La parte gana mayor autonomía, haciendo valer su propia fuerza y configuración local, desapareciendo los vestigios de un todo orgánico.
Se la considera como una obra semi terminada por los problemas por los que atravesó Rocha para hacerla.
[4] Jorjamado no cinema es un documental sobre el escritor Jorge Amado para un programa de televisión.
El estilo del documental es lúdico y no lineal, sin embargo, resulta difícil relacionar esta cinta con sus trabajos de ficción.
Sobre este problema de definición, Marcelo Vieira Prioste nos dice que:Con todo, intentar definir con exactitud el montaje nuclear es tropezar con las propias barreras impuestas por el interés de Glauber en romper con las convenciones del lenguaje verbal.
En 1976, en una carta al director Cacá Diegues revela irónicamente tener «descifrada la teoría del cine nuclear», que sería así:
Secreto de Estado[10] Si realmente existió una teoría para el montaje nuclear pareciera que la intención no era compartirla por los caminos convencionales.
[11]Para Aguiar el montaje nuclear es una propuesta nacionalista de Glauber en la que busca “construir una vía figurativa propia para la nación”.
Las supuestas fallas y excesos estarían expuestos a los ojos de los críticos- espectadores por una edición que incluye todas las partes del proceso.
[13]Glauber no se guía entonces por reglas que permitan una “comunicación clásica”, sino por las estructuras del inconsciente, como vemos en la siguiente cita.El lenguaje cinematográfico es estructurado por el inconsciente (... ) y no ordenado por un montaje que sigue las tradicionales reglas dramáticas de la conciencia.
Por eso no me considero un cineasta profesional, porque si lo fuese, tendría que actuar según el ritual de la industria cinematográfica.
Una experiencia que no cesa de ser llevada al torbellino, abierta a nuevos desarreglos.